Costa: “Con la operación me brotó la belleza de adentro” – Revista Paparazzi

Costa: “Con la operación me brotó la belleza de adentro”

La humorista pasó por el quirófano para enfrentar una primera cirugía reconstructiva. Religiosa y aferrada a su deseo de una nueva vida, dio un paso más en su objetivo.
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El mes pasado, Gonzalo Costa pasó por el quirófano. Después de mantener una larga y responsable lucha contra el sobrepeso (llegó a pesar casi 200 kilos), la integrante de El club del Moro (el programa de Santiago del Moro en FM 100) y de Cortá por Lozano (en las tardes de Telefe) apostó a la primera de las cirugías reconstructivas en pos de terminar con un proceso de salud y estética.

El 17 de agosto ingresó a la sala de operaciones del Sanatorio Trinidad Mitre, en el barrio de Once, y el resultado fue una exitosa intervención reconstructiva con la que le redujeron 36 centímetros de piel y 10 kilos de colgajo. Fiel a su estilo histriónico y sensible, la comediante rememora la experiencia en primera persona.

“Cuando el anestesista entra a calmarme y los cirujanos para marcarme dónde van a cortar, me corrió un frío… Ahí caí en la cuenta de que ya no había vuelta atrás. Entendí la relación que el médico tiene con el cuerpo. Para una es su cuerpo y para el médico está marcando, y es una cosa a la que están muy acostumbrados. La noche anterior dormí divina. Todos me preguntaban si tenía miedo, y no… Miedo tendría que haber tenido antes de haber llegado a este peso y hacerme todo lo que me hice. Estaba muy contenta, alegre”, contó.

Paso a paso...

“Fue una cirugía larguísima, siete horas de quirófano, nadie lo esperaba, ni los médicos… En el quirófano el anestesista me dijo que piense en una playa, pero yo estuve muy mística. Recé, me quedé con la imagen de la Hermanita Irma y la Virgen de Lourdes. Quería entrar con el rosario pero no me dejaron. Fue fuerte, lo reconozco. Recé una y otra vez la siguiente oración: ‘Dios, concédeme serenidad para aceptar a las personas que no puedo cambiar, valor para aceptar a las que sí puedo y sabiduría para reconocer que esa persona soy yo’”, dijo.

En las manos de Ariel Soto y Ariel García, al momento de despertar, Costa se enfrentó, sin dudas, a una nueva etapa. “Cuando empecé a reaccionar de la anestesia escuché a los dos ‘Arieles’ que hablaban de qué analgésico me iban a dar. Me incorporé como pude en la cama, mire a uno y le dije que me había prometido que no iba a tener ningún dolor… ¡ y me desvanecí! Anestesiada pero muy manejadora yo, ja, ja, ja", siguió.

"Tuve un posoperatorio bárbaro, no tuve ningún dolor. Me quedé muchos días internada pero porque quería, lo pedí yo. Vivo sola y tampoco tenía muchas ganas de estar en casa. Preferí estar monitoreada, cuidada, y me trataron re bien. Incluso me hubiese quedado más, porque sentía que estaba en un hotel cinco estrellas. Miraba tele todo el día, series, leí seis libros, me visitaron mis amigos. ¡Fue como estar de vacaciones! El tema fue cuando salí, cuando volví a la civilización… Es muy brutal cuando salís a la calle y ves que la gente está enloquecida, se putea, ¡Ay, Dios mío…! Me despertaba a las seis de la mañana, escuchaba el programa de radio, me dormía, me volvía a despertar para ver el de Vero como si estuviera en actividad, fue gracioso”, reconoció, entre risas.

Reflejada...

Emocionada, Costa comparte cómo vivió y qué sintió la primera vez que se expuso a su nueva imagen frente a un espejo. “Por una semana no me miré al espejo, me daba cosita… Y un día me puse el camisolín, todavía tenía los drenajes puestos, vino la enfermera, le pedí que me ayudara a lavar el pelo, me maquillé como Dios manda y ahí me vi… El choque con la realidad fue bello y brutal, sin metáfora. Me brotó la belleza de adentro. Y no era belleza física, era mi alma que se estaba sanando. Voy a ser mejor para siempre", expresa.

"Estaba leyendo un libro, Santa Evita…. En la novela hay un peluquero de Eva Duarte que, desde la fantasía, decía que cuando la conoció era una ordinaria, no podía comer sin cerrar la boca y que, luego de cinco años, se la encontraba y era otra persona. Que le brotaba la belleza de adentro, sin pedir permiso. Y lo mismo sentí yo. La belleza de afuera es importante pero no es eso… Las gordas nunca nos creemos merecedoras de la belleza. Calculá que tengo panza desde mis 5 años. Fueron 33 años de panza, y un día me desperté y no la tenía más. Hay que elaborar ese vacío también. Estoy yendo al analista porque hay un vacío, un porqué, empecé a pensar por qué llené tanto tiempo eso”, se sinceró.

Punto y aparte...

“En la cirugía encontré un medio para terminar un proceso que empezó en mi cabeza. No es una operación de nariz… Es cambiar la vida, sin salir de la vida. Y si yo puedo, podemos todos, con mucha alegría. Las operaciones son la culminación de un proceso mental. No empecé por el quirófano como hace mucha gente. El bypass te lo hacen, por un año tenés un hechizo donde bajás y bajás. Yo pasé los dos años y podría haber engordado todo lo que bajé", agrega.

"Por eso es una decisión, e insisto con el concepto ‘sólo por hoy’. No sólo en cuidarme en la comida sino mental y sentimentalmente, no exponerme a situaciones y personas que me dañan. Nunca me había querido hacer los huequitos en las orejas porque me parecía demasiado, es una estupidez, pero no… Ahora me los hice como una bebé que está criándose, es re loco, describe el momento en que me estoy armando, sin culpa ni disculpas”, finalizó, reflexiva, segura de ir por más.

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