Si algo que caracteriza positivamente a las redes sociales es la posibilidad que otorgan para quebrar la lejanía. Para construir un acercamiento que muchas veces resulta necesario, sobre todo si los argumentos que lo motorizan tienen que ver netamente con el plano afectivo. Algún “me gusta” (o “like”, como usted prefiera llamarlo) en el momento indicado podría ser capaz de cerrar viejas heridas o de fortalecer aún más una amistad ya consolidada.
Lo que ocurrió entre Oriana Sabatini y Luisana Lopilato encuadraría perfectamente en esta segunda opción, pues ambas han sembrado buenas migas hace tiempo y cada vez que pueden alimentan el vínculo, mayormente, a través de instragram. Las dos aprovechan, precisamente, la ventajas que pone a su alcance esta vía de comunicación y se contactan con mensajes privados o comentarios que responden a sus publicaciones respectivas.
El cariño es mutuo, por ende este mecanismo suele repetirse con asiduidad. Es decir que es bastante frecuente que la mujer de Michael Bubleé elogie o “piropee” a la hija de Catherine Fulop y que desde otro lugar del planeta Oriana le devuelva la gentileza, casi en el momento. Viven lejos, pues mientras Luisana se encuentra dividiendo sus estadías entre Argentina y Canadá (¿Se quedará a vivir aquí?), Oriana también lo hace, pero yendo y viniendo a Italia, país en el que últimamente se instaló por estar de novia con Paulo Dybala, delantero de la Juventus.
En consecuencia, el deseo de interactuar se torna común y cada oportunidad de propiciar un contacto parecería actuar como atenuante, para mitigar las ganas de encontrarse hasta que, claro, se presente la chance de verse personalmente y de compartir una cena o una salida conjunta.
Oriana estará estrenando “El último Tango”, su tema recientemente terminado, el cual causó furor entre sus 4 millones de seguidores y también en el segmento de público que escucha sus canciones. En la previa de un acontecimiento tan especial, Oriana subió una foto con su pareja, bien acaramelados.
“Hermosos” le escribió Luisana, acompañando su opinión con emoticones que simbolizan al fuego. Eso es lo bueno de las redes sociales. Que en apenas un segundo despiertan la sensación de haber recorrido miles de kilómetros, aparte de fomentan el anhelo de mantener vigentes las relaciones humanas. Por más lejos que se esté.
