Ni el tabaco, ni el alcohol. ¡Las cirugías! A la hora de analizar los vicios más perjudiciales para la salud, parecería que los tradicionales comienzan a perder terreno cuando son comparados con las adicciones de la actualidad. La obsesión por alcanzar la figura perfecta es capaz de desconocer límites y las consecuencias físicas y neurológicas de tanta visita al quirófano podrían llegar a ser irreversibles ante una eventual mala praxis.
Los peligros son enormes, pero así y todo aún existen pacientes que cuando advierten imperfecciones en su cuerpo o en su rostro, no dudan en sacar un turno y gastarse hasta la última moneda en el cirujano. Afortunadamente en el 99 por ciento de los casos, a lo sumo el inconformismo pasará por un arreglo mal hecho o por considerar que los resultados, netamente estéticos, no fueron los esperados. No tanto por negligencias médicas o cosas por el estilo, gracias a la responsabilidad del segmento más numeroso de los profesionales que tienen a su cargo el bisturí.
Sin embargo, el simple hecho de concurrir repetitivamente a realizarse “retoques”, de por sí ya implica asumir situaciones riesgosas que si bien por lo general terminan sin inconvenientes, no dejan de montar un escenario de incertidumbre. A Romina Malaspina le sobra valentía, pues según su mirada, lo elemental es persistir detrás de la belleza extrema. Conseguirla a cualquier precio no, pero si es necesario reeditar las consultas con periodicidad, la ex Gran Hermano demostró que la anestesia y los cortes no la asustan. Por algo luce una cara completamente distinta a la que todos los que le conocimos en el reality.
Más allá de sus conclusiones, muchos de sus seguidores en las redes sociales le cuestionaron los cambios. Preguntas como “¿Qué te hiciste en la cara?”, “¿Por qué tantas ganas de operarse?” o ¿Nunca pensaste en tu salud”? se leyeron entre los mensajes que le llegaron. Romina apenas se defendió (“No estamos para competir entre mujeres”) y evitó dar detalles de sus últimas reformas en la nariz, la cara y las orejas. Seguramente no lo admitirá, pero tal vez ya no pueda controlar la abstinencia.