Si todos actuáramos con el compromiso, las convicciones y la decisión de Connie Isla, el mundo sería mejor y un lugar más agradable, ameno, confortable y amigable para vivir. Su caso es un verdadero ejemplo de inspiración deconstructiva: a medida que fue creciendo e incorporando conocimientos y experiencias, su mensaje -y sobe todo sus actos- se convirtieron en bandera de solidaridad y de la preservación de la naturaleza, el medio ambiente y la vida animal.
Connie tiene 27 años -los cumplió el 21 de abril, por lo que es ariana- y desde chica supo que quería ser artista en toda la dimensión que tiene esa palabra. Ya en la escuela primaria se destacaba en cada acto escolar y en las fiestas familiares, lo que siguió sucediendo en sus distintos niveles de educación. Cuando se icorporó al elenco de Aliados, uno de los últimos éxitos de la factoría de la Cris Morena, quienes la conocían desde muy pequeña no se sorprendieron. Mas bien todo lo contrario.
Parecía, de alguna manera, el comienzo de un camino que podía ser definitivo. Para muchos, Connie podría ser hoy una de las estrellas del sistema. Una de las reinas pop. Una de las estrellas elegidas por el mercado. Una de esas muchachas con una carrera armada super genial y casi sin problemas alrededor. Una de esas chicas a las que a veces parece ni dolerles la cabeza ni se las ve involucradas en temas sociales, humanos o cotidianos.
Incluso, Connie se fue a probar suerte a la meca internacional del consumo artístico: en Los Angeles su vida hizo un clic y comprendió que además de exitosa quería ser una mujer comprometida con aquello que pensaba y que sentía. Empezó a componer en esa dirección y de tanto laburar y pregonar su discurso se fue transformando en una de las reinas de las redes sociales. En una influencer hecha y derecha, sobre todo de Instagram. Allí se consagró como La chica del ukelele, el instrumento que toca como nadie. Hoy es muchísimo más que eso.
Volcada al veganismo, no sólo pasa recetas veggies: reparte viandas gratuitas con productos de muy alta calidad entre la gente en situación de calle. Para ella, la solidaridad ante todo
Creció tanto Connie que una empresa sacó una línea con su nombre y ella, a cambio, pidió que una parte de las ganancias que obtengan se conviertan en ukeleles para donar a escuelas de zonas con dificultades. Además, rechaza publicidades de empresas que pongan en riesgo las especies animales o que testeen sus productos en animales. Volcada al veganismo, no sólo pasa recetas veggies: reparte viandas gratuitas con productos de muy alta calidad entre la gente en situación de calle. Para ella, la solidaridad ante todo.
Connie, que transita un largo noviazgo con el actor Nico Lorenzón, con quien comparte su pasión por el veganismo, recorre un 2021 plagado de actividades a pesar de la pandemia. Sacó un nuevo trabajo discográfico (se llama "2020" porque lo craneó y lo parió artísticamente durante el año que pasamos encerrados) y publicó un libro, "Más luz por favor", que se convirtió en un suceso de ventas.
En Instagram ya llegó superó el medio millón de seguidores. Muchos la consideran una estrella, pero es posible verla cualquier mañana en la puerta de un matadero filmando cómo se manda a las vacas y a los cerdos al matadero. Habría que imitarla un poco más, y que la solidaridad, las convicciones y la defensa del planeta no sean una isla.
