La inspiración es un pensamiento que irrumpe de manera inesperada en nuestra mente, transformando la realidad en un escenario impregnado de deseo. Me refiero con esto, a que cuando emerge la inspiración, lo hace con el anhelo de que ese insight o “darse cuenta”, pueda llevarse a la práctica.
La inspiración hace luz en un aspecto de una realidad determinada sobre la cual instantes antes, se pensaba de una manera diferente. El hemisferio cerebral derecho, creativo, lúdico, curioso, y transgresor, se impone por sobre el hemisferio izquierdo, racional, estratégico, y lógico matemático.
Una persona que experimenta un momento de inspiración, transita un cambio de perspectiva que le permite ver lo que antes no veía. Rompe los conceptos pre establecidos, y plantea una propuesta innovadora, que inicialmente puede tener cierto rechazo en aquellos que tienen un pensamiento más conservador; como también puede despertar aplausos en aquellos sobre los cuales, la inspiración activó una cadena de asociaciones conscientes o inconscientes sobre la trasformación de su propia realidad.
La inspiración puede ser el inicio de un cambio de paradigma, una deconstrucción de conceptos preestablecidos. Lo que se pensaba antes, puede no pensarse ahora.
Este desafío generalmente se transita con “luchas” internas y externas. Internas, porque hay quienes, por el vértigo que genera, no se animan a su propia deconstrucción. Externas, porque hay quienes se sobreadaptan a la realidad que viven, y prefieren seguir cómodamente incomodos en lugar de brindarse la oportunidad de transformar su experiencia de vida y la de otros.
“Los deconstructores” son innovadores con pensamiento libre, y constructores de nuevos conceptos.
En un mundo que cambia velozmente, necesitamos darle espacio, a quienes desde su propia inspiración, y libertad de acto y pensamiento, nos motivan a pensar, que podemos vivir de una manera diferente… evolucionando…curioseando nuevos conceptos.
El texto fue escrito por el licenciado Alejandro Leiterfuter (MN 30962).
