Desde una mirada cultural podría decirse que todo es noticia. Que al ser difundido a través de los medios tradicionales de comunicación o por las redes sociales, cada acontecimiento, por mínimo que sea, no deja de ser una novedad de último momento. Obviamente, estas informaciones no tienen todas el mismo calibre.
La misma capacidad de sorprender o de causar perplejidad, pues, cuando se trata de confirmar episodios previsibles, prácticamente no hay motivos para asombrarse. Diferente es cuando salen al ruedo versiones que realmente sí son capaces de dejar al interlocutor boquiabierto, ya que hablan de situaciones inesperadas, hechos que no estaban en la agenda. La noticia de los últimos días, al menos en el plano sentimental de la farándula, giró en torno a la separación de Dolores Barreiro (43) y Matías Camisani (48). De acuerdo con los rumores, fuertes e insistentes, aunque sin ser refrendados en la voz de los protagonistas, ambos decidieron ponerle fin a una relación muy extensa, que comenzó a mediados de la década del 90 y que concluyó tras una convivencia de veintiún años y nada menos que cinco hijos.
De esta manera, habría caído el telón de uno de los vínculos que aparentaba ser fuerte y sólido, algo sumamente meritorio para un ambiente donde sobran las tentaciones y las infidelidades suelen ser moneda corriente. Se habían conocido de manera casual, en 1998, cuando fueron convocados para realizar un trabajo en México en el rubro del modelaje, y desde entonces ya no se separaron. A medida que fueron transcurriendo los años y la familia se fue agrandando, Dolores y Matías fueron mutando en lo que respecta a su visión de la vida. Los cambios que instrumentaron fueron radicales, pues dejaron la ciudad y se instalaron alejados del ruido y las luces del centro porteño: en Ingeniero Maschwitz, localidad perteneciente a la provincia de Buenos Aires, caracterizada por zonas de casas quintas.
La rutina diaria se modificó casi completamente, y andar a las corridas empezó a ser parte del pasado. Relajados, se acercaron más a la naturaleza. Se aferraron a la comida vegetariana y orgánica, dejando su reloj espiritual en manos de la filosofía budista y de disciplinas saludables para el cuerpo y el alma. Se abocaron a la práctica del yoga como ejercicio cotidiano para aflojar tensiones y conseguir un estado de ánimo más próximo al que consideraban ideal. Así, de esta manera tan distendida, fueron transitando el camino juntos. Sin aflojarle al trabajo, obviamente.
Tan frecuente era que les preguntaran sobre los secretos de conservar fresco el deseo y la atracción, que tiempo atrás, cuando los hijos iban llegando, Dolores contó: “A nosotros nunca nos costó alimentar la pareja con tantos chicos. No creo que haga falta ni que sea necesario ser tan creativo. Hay que quererse, nada más. Y elegirse día a día, como hacemos nosotros. Para eso no existen fórmulas mágicas, únicamente tiene que haber amor”.Las palabras de la modelo, que además se dedica a la música y a la fabricación de indumentaria estilo hindú, describieron con llamativa simpleza la realidad conyugal.
Con sencillez, sin maximizar y con plena objetividad. De hecho, a Dolores y a Matías era común verlos subir a las redes sociales diversas imágenes familiares, en las que se evidenciaban señales de unión y prosperidad. Sin embargo, cuando muy pocos seguramente lo imaginaban, el destino los separó. Inesperadamente, cada uno tomó su propio camino. Una noticia que sorprendió a propios y extraños, por carecer, precisamente, de esa previsibilidad que a veces invita a vislumbrar el desenlace de manera anticipada.
Dolores Barreiro se mostró feliz en NY
Dolores Barreiro se mostró feliz en NY
