En su brutal pelea con la China Suárez, Wanda Nara "hundió" a una joven estrella del fútbol argentino. Al filtrar los mensajes subidos de tono que el muchacho le mandaba "por privado de Instagram" no sólo lo "dejó en orsai": en un puñado de minutos, como cada vez que juega con el Millonario y mete algún gol, también convirtió su nombre y su apellido en tendencia en todas las redes sociales.
De la nada, de buenas a primeras, aparecieron una serie de mensajes que alguien le estaba mandando a Wanda. Por la foto de perfil era evidente que se trataba de un jugador. "Sos divina", "la más linda" o "me tenés así", frase acompañada por el emoji de una cara con sus ojos convertidos en corazones eran las frases que le aparecían a la mujer de Mauro Icardi. De ella no se observa ninguna respuesta.
Los investigadores digitales tardaron poco y nada en determinar que el "galán de la número cinco" era Ezequiel Barco, quien acaba de incorporarse a la entidad de Nuñez tras pasar por el fútbol de los Estados Unidos, una competencia donde los futbolistas acumulan y atesoran dólares pero no logran progresos para su carrera deportiva. Alertado por el escándalo que se gestaba en Twitter, el mediapunta cambió de inmediato su foto de perfil, pero esa maniobra no alcanzó para resguardar su identidad.
Algunos años atrás, Barco fue una fulgurante aparición de Independiente. Tenía 17 años cuando se asentó en la primera del "Rey de Copas" y algún que otro añito más cuando lideró la última consagración del rojo de Avellaneda. Dirigidos por Ariel Holan y con Esequiel como estandarte en el campo de juego, "Los Diablos" le ganaron al Flamengo la final de la Sudamericana en el mismísimo estadio Maracaná de Río de Janeiro.
Poco tiempo después, sorpresivamente, Barco se dejó tentar por una suculenta oferta del futbol yanqui, pidió su salida del club que le había dado abrigo y cobijo siendo un niño y se fue a jugar allí. Habrá ganado muchos dolores, nadie lo duda, pero se alejó del radar del hincha argentino, que prácticamente le perdió el rastro de manera completa.
En el comienzo de 2022, su incorporación a River supuso tres bombazos juntos: un dolor para los hinchas de Independiente que hubieran imaginado un retorno a su equipo, un salto de calidad para el ya cotizado plantel que dirige Marcelo Gallardo último campeón del fútbol argentino- y un nombre rutilante para el alicaído campeonato local, que mientras asiste al agobio económico de muchos clubes debate entre seguir jugando campeonatos con muchos equipos (en la actualidad hay 28) o ir a un progresivo ajuste en la cantidad hasta llegar a 20 o 22 participantes. Un "barco" del que nadie se quiere bajar. Bueno, habría que preguntarle a Icardi.
