¿A qué va la gente a los realities? ¿A hacerse famosa? ¿A mostrar su talento? ¿A ganarse unos mangos? ¿A forjarse un nombrecito para después conseguir un laburo? ¿A contar historias que de otra forma no podrían desembuchar? ¿A estar un rato en la tele para ver de qué se trata el mundo de la música a todo lo que da y las lucecitas de colores prendidas hasta la madrugada?
En el caso de Ivana Icardi, a esas opciones –todas válidas, por cierto– habría que agregarle una que se cumplió inexorablemente cada vez que ingresó a un programa de ese estilo: en todos, sin excepción, inició una historia romántica. Siempre.
En el Gran Hermano argentino, donde todos la conocimos, se enamoró del campeón de aquella edición del juego, el cordobés Luifa Galesio. En Grande Fratello de Italia, al que entró siendo novia del futbolista, vivió un flirteo con el supermodelo local Gianmarco Onestini que le permitió disfrutar de un buen rato en compañía del muchachote, pero le costó la relación amorosa con el Luifa.
Hace unas semanas, la popular y controvertida hermana de Mauro arrancó en Survivor, un reality de supervivencia que la rompe toda en la televisión española. Ni lerda ni perezosa, en un puñado de emisiones le echó el ojo a Hugo Martín Sierra, un uruguayo radicado en la madre patria que ganó allí un GH y es todo un fortachón.
Ivana y Hugo forman parte del show de supervivencia que se desarrolla en una zona costera de Honduras, pero se ve en España. La época del año en Europa no es favorable (invierno allá versus verano en buena parte de América), los paisajes son muy distintos (imposible empardar las bellezas que se encuentran de este lado del mundo) y hay una tercera cuestión, quizás la más importante de todas: los costos son más bajos. Mucho más bajos.
Los tres argumentos justifican semejante traslado. A ella se ve que le gustó, y rápidamente se lo hizo saber. Él no tardó en responder positivamente al juego de seducción ni fue para atrás, dobló la apuesta y, por ahora, el premio mayor fue un tremendo beso en la boca que se dieron en medio del mar. Todo indica que la recompensa para ambos crecerá.
Incluso, ella agarró sus brazos llenos de tatuajes y le pidió que guardara espacio para uno más. Uno que tenga que ver con ella. “Cuando termine esto, cuando estemos afuera, te voy a obligar a hacer algo. ¿Te puedo obligar? Quiero que te hagas algo en el brazo dedicado a mí”, le pidió ella con autoridad.
“En mi brazo cabe ‘mi rubia hermosa’, lo vamos a hacer”, le contestó Hugo, que a esa altura estaba tan embobado que no sabía ni lo que decía. Tres realities, tres romances. Antes se decía que los marineros tenían “en cada puerto un amor”. Ivana los tiene en cada reality.