Llevamos dos semanas de primavera, pero los climas templados y las jornadas cálidas vienen medio demoradas. Las mañanas siguen estando frescas y las tardes todavía son bastante ventosas, al menos en Buenos Aires y sus alrededores. Persisten camperas, buzos y camisas de mangas largas como si el otoño se resistiera a abandonar la gran ciudad. Sin embargo, Pampita y su marido, Roberto García Moritán, no dudan en sacar a su pequeña hija Ana para que se asolee con los primeros días de la estación más florida del año.
La modelo y el empresario -pertenece al rubro gastronómico- se complementan para llevar a la beba de un lado a otro. No la descuidan, claro: Anita tiene apenas dos meses y cualquier enfriamiento puede derivar en un molesto dolor de cabeza. Como decían las abuelas, mejor prevenir que curar.
Pampita parece la más valiente y decidida de los tres. Porque aunque el termómetro marque mediciones climáticas que no superan los 15 grados sale como si estuviéramos en pleno enero. Un vestidito bastante livianito y sin mangas le cubre el cuerpo. Arriba de eso, nada. De la cintura para abajo, un par de zapatos con tacos. Que no se note que hace un par de días, apenas un puñado, caminó kilómetros y kilómetros para llegar a Luján y llorar en su basílica.
Pampita es, desde hace años, un símbolo, quizás el mayor, de la elegancia de la mujer argentina. Si hay ampollas, marcas o cicatrices no pasa nada: se las lleva con hidalguía y se camina como si nada, mucho más si se está en dirección al trabajo. Además, está impecable: maquillada y peinada como si estuviera yendo a la entrega de los Oscar y no a dar un paseo sencillo y corto por las calles de Palermo.
García Moritán, en cambio, está bastante abrigado. Algo de elegancia "liga" de su mujer y el atuendo que se tiró encima no le queda mal, para nada. Está bien, todo de azul. Un poco más oscuro en el saquito que lleva puesto por debajo de la campera de jean, y un poco más claro en esa prenda y en el jean que está usando. Pampita lleva a la nena y él conduce el carrito. Cincuenta y cincuenta, mitad y mitad... como corresponde.
Así los engancha Paparazzi: caminando lo más campantes y serenos cuando el laburo les da un respiro y les permite aprovechar un rato juntos. Se los ve muy enamorados. Ella siempre lo mira con cariño. El la deja pasar y la abraza en un gesto protector. ¿La pareja perfecta? Quién sabe, pero por lo menos se le parecen.