No pellizquen al Manu Urcera. ¿Para qué? ¿Con qué motivo? Mejor no lo despierten. Déjenlo vivir su sueño en paz. Viene de ganar su primer campeonato de Turismo Carretera, la categoría de automovilismo más popular de la Argentina y con más historia del mundo, y acaba de comprometerse con Nicole Neumann, una de las modelos top y mujeres más deseadas del país. En el medio festejó la Copa del Mundo que se trajo el seleccionado de Qatar. Y ahí está, sentado en una reposera en ese otro paraíso que se llama Punta del Este. Tiene los ojos abiertos, pero a qué van a ir a decirle que es hora de sacudir la modorra y levantarse...
Mentira que la vida no es color de rosa. A veces lo es. De a ratos puede serlo. Sí, después siempre llegan las malas, las pálidas, las difíciles, las bravas, las que ponen a prueba sentimientos, fortalezas, estados anímicos y hasta la solidez de una relación. Es cierto eso. Pero ahora todo les sonríe a ellos dos. Todo absolutamente todo. Se les alinearon tanto los planetas que hasta parecen haber desaparecido aquellas rencillas incendiarias y permanentes con Poroto Cubero y Mica Viciconte. ¿Qué más pueden pedir?
Por si algo le faltaba al buen momento de Nicole y su futuro marido, Punta Del Este se asocia a su plenitud y a su felicidad regalándoles un par de días esplendorosos, de esos en los que el cielo es tan celeste como la camiseta uruguaya. Ni una mancha blanca. Nada. Las nubes se han ido a molestar a otros lugares, a otras playas, a incomodar otros veranos. Casi ni viento sopla, y eso que ahí a veces está fresquito eh.
El resto, todos los demás que están en la playa, puede tener problemas, preocupaciones, cuestiones que anden dando vueltas en la cabeza. No pensarán, seguramente, en cómo llegar a fin de mes. Na, nada que ver. En Punta, en cualquiera de sus rincones, los garbanzos y los billetes no se cuentan: se pesan. Pueden tener otros inconvenientes, sí claro, pero el de la guita no es uno de ellos. Nicole y el Manu pasan un momento distinto, una actualidad diferente, no hay nada que les agregue un gramo de peso a ese andar livianos por la vida que disfrutan ahora. Los billetes tampoco son un caso para la pareja. Ella es una de las mannequens más cotizadas del continente. El es millonario desde antes de calzarse los guantes, el casco y subirse un auto.
"¿Che, aquella no es Nicole Neuman, viene siempre a esta playa?" cuchichean dos mientras arrancan el segundo termo de mate cebado con yerba uruguaya, la más "aguantadora" del planeta aunque mate tomamos solo en esta parte del mundo y no hay muchas más yerbas para comparar cual se la banca más. La respuesta es positiva. El otro comentario que se escucha elogia "el lomo" de Urcera. "¿Es el novio? qué bien eligió Nicole, no tiene un pelo de sonsa eh...". Pequeña corrección: no sólo es el novio. Ahora es su prometido y, según lo que vienen diciendo ellos mismos, hasta quizás sea el padre de su cuarto hijo.
Los dos, Nicole y Manu, están de blanco. Pero no están entrando a la iglesia ni al registro civil. Para nada. Están llegando a la playa. A ella se la ve tan elegante como cuando recorre una pasarela. La pucha, ¿nunca se le corre el labial? ¿Nunca se le vuelva el pelo? ¿Nunca se le desacomoda un bretel? ¿Cómo puede ser? ¿Es extraterrestre? El es más terrenal, cuidado. Tiene puesto un gorrito, un Rosario y en su mano izquierda -la misma donde llevará el anillo de casado- carga un reloj. Pero no, no lo miren. Que nadie les diga nada ni les avise. Que les detengan las horas, los días, los minutos. Este es su tiempo, la hora de disfrutar. Chau.
Nicole Neumann y Manu Urcera celebraron su compromiso en la playa en Punta del Este
