Icono del espectáculo, Graciela Alfano (67) no solo es una de las mujeres más bellas del país sino que además está entre las mejor plantadas. Profunda y vivida, la figura de Todo puede pasar (domingos a las 23, por El 9) habla de sus amores, vivencias, de su actualidad y lo que vendrá.
“No es distanciamiento social lo que estamos viviendo porque uno no se divorcia de la gente. Tenés que estar separado, pero no abandonar a todo el mundo. Es importantísimo darle calidez humana a los familiares y a la gente que sabemos que está sola. Un consejo que da el Departamento de salud de Nueva York dice que la masturbación es recomendable para la gente que está sola y explica todos los beneficios que tiene”, afirma.
“Hay que entender que estamos todos haciendo una especie de duelo previo, parece que la humanidad fuese a morir y eso hay que irlo piloteando con ideas. Todo el tiempo muere gente y no por eso estamos todos tristes. La muerte es una realidad para todos y no por eso vamos a tener una vida deprimente. Como la gente muere, nosotros también vamos a morir", asegura.
“Estoy meditando cinco horas por día, invirtiendo más tiempo en mí misma, cuando normalmente lo hago por dos horas”, afirma Alfano.
"Hay que sacarse eso de encima, poder reír, ver comedias, leer cosas divertidas, jorobar con los amigos. Necesitamos de la risa, tener cara de culo no significa que el virus se va a ir. Ahora estoy meditando cinco horas por día, invirtiendo más tiempo en mí misma, cuando normalmente lo hago por dos horas. Me informo en determinadas fuentes, no leo todo lo que pasa para no volverme loca. Y me doy el gusto de ayudar a otros”, corrige.
AQUI Y AHORA...
“Soy una persona que vivo el presente. Veo la vida tal y como es en cada momento. Esta es una realidad que uno no puede cambiar. No hago balances, hago planes a futuro y eso requiere inteligencia y estrategia. Tengo muy en claro que todos nos vamos a morir algún día. Uno lo entiende psicológicamente, pero yo lo entendí de forma vivencial con el fallecimiento de mi madre. Cuando te dicen que vivas cada día como si fuese el último porque un día va a ser cierto, es la cosa más concreta que te pueden haber dicho. Aprendí a no hacer nada compulsivamente”, reflexionó la artista.
“No hago balances, hago planes a futuro y eso requiere inteligencia y estrategia”, cuenta Graciela.
“Mi perro viene saliendo poco y sentía que ladraba. Salí al balcón y vi un señor canoso, delgado, muy elegante, en cuarentena pero divino. Yo con un batón y chancletitas… Salté corriendo adentro, me puse un vestidito y unos zapatitos con tacos. Terminamos charlando y charlando con el señor… Pero el domingo por la mañana se sumó otro señor, desde el balcón del otro lado. Mi perro Beny (lo levantó destruido en Mar del Plata) está haciendo de celestino. Hace tres años que estoy viviendo en mi nueva casa, pero nunca me había fijado en los vecinos", cuenta.
"Hoy tengo ganas de un amor, me parece que me estoy abriendo. Hasta hace cuatro días, no… Estuve casada desde los 19 años y estos últimos años, donde pude estar conmigo misma, hicieron que esté muy contenta. Esto de estar encerrada me hizo pensar que no estaría mal estar con alguien. Tengo excelente relación con todas mis exparejas y eso habla de haber vivido bien la vida", sigue.
"Más allá de la separación, después recupero la relación porque si no mi vida hubiese sido un acto fallido. Estoy muy orgullosa de quien soy, con todo lo que pasé con mis parejas, mi infancia y adolescencia que fue tremenda, convertirme en el sex symbol de un país donde las mujeres no estaban empoderadas como ahora. La fui piloteando y eso hace que hoy tenga estos tremendos brazos que llamo inteligencia emocional”, compartió la diva.
¿REVOLUCIONARIAS ERAN LAS DE ANTES?
“Hubo personas como Moria y como yo que no nos sometimos y nos mantuvimos fuertes. Hoy veo muchas chicas del espectáculo e internamente me sonrío pensando que están ahí porque nosotras estuvimos antes. ¿Por qué siempre se me cuestionó que estudiara ingeniería? Si hubiera sido otra profesión, como diseño de interiores, nadie me hubiera dicho nada", afirma.
"En los setenta y ochenta, cuando estudiaba, éramos tres mujeres entre miles de hombres, ya era un cachetazo a la sociedad patriarcal. Uno tiene las fuerzas necesarias para hacer lo que vino a hacer a esta vida. A mí no me entran las balas”, cierra.