Julieta Díaz estaba en pareja hace cuatro años con Gervasio Troche, un ilustrador uruguayo, radicado en Montevideo. La relación comenzó en pandemia, a través de redes sociales, y aunque la distancia les impedía verse con frecuencia, Julieta llegó a decir que "estaba muy enamorada”, la actriz lo blanqueó en una noche muy especial.
Gervasio, que es autor de los libros Dibujos invisibles y Equipaje, también tenía relación con Elena Antonia, la hija que Julieta tuvo con su expareja, Brent Federighi. Sin embargo, este sábado 12 la Díaz, muy angustiada como cuando contó los pormenores de su relación a distancia, confirmó su separación.
En diálogo con Agarrate Catalina con Catalina Dlugi por La Once Diez/Radio de la Ciudad reflexionó sobre las relaciones y la edad, y demostró que “tengo 47 años, ya esa edad uno tiene que saber que sí y que no en una relación”.
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En este sentido, la actriz reveló lo que todos ya venían sospechando que “me separé hace ya 10 meses y estoy muy tranquila, tratando de buscar la tranquilidad, con muchos temas personales, así que busco cuidar mi energía, protegerla y mantenerla”.
"Estoy abierta a conocer a alguien, siempre, sin necesitar definir tanto las cosas. Definir una pareja lleva tiempo y trabajo, pero compartir con alguien y siendo responsable afectivamente y respetuosamente, se puede estar abierto a vivir algo lindo", confesó.
Y siguió: “Las parejas llevan mucho tiempo, por eso, a los 47 años hay que ser más consciente de lo que se puede y lo que no se puede, y puede estar bueno, igual. Para pasarla bien y acompañarse de esa manera más romántica, porque también tengo a mis amigos y a mis amigas, y sabemos que eso siempre funciona".
Con una mirada honesta sobre los vínculos, la actriz siguió reflexionando sobre las diferencias entre el amor de pareja y el afecto de la amistad "Pero hay cosas que no ocupan los amigos y no es solo lo sexual, sino también otros espacios de intimidad de una pareja”.
Es así que Julieta se mostró en una etapa de introspección y crecimiento personal. “Hoy valoro mucho mi espacio, mis tiempos y mi paz. Estoy aprendiendo a estar bien conmigo misma, sin apuros ni presiones, y si llega alguien que sume, será bienvenido, pero desde otro lugar”, concluyó.
Para ella, las relaciones se construyen desde la libertad, el respeto mutuo y el deseo genuino de compartir, sin la presión de cumplir con moldes establecidos. “No todo necesita un rótulo para ser real o valioso”, dejó entrever, dejando una invitación abierta a vivir los afectos con mayor autenticidad.
