Tuvo un año intenso, de sensaciones encontradas, de definiciones que cambiaron, en muchos aspectos, el rumbo de su vida. Julieta Prandi (38) es una mamá que se desvive por sus hijos, los dos amores de su vida, Mateo y Rocco. Por eso, a lo largo de los meses les hizo frente a las diferentes dificultades que se le fueron presentando a partir de que decidió terminar con su matrimonio con Claudio Contardi.
Después de una década compartida con el contador, la conductora terminó su relación a partir de vivir irregularidades que no estaban de acuerdo con su proceder. Y, desde allí, arrancó una nueva etapa en su vida, rodeada del amor de sus dos hijos y con dificultades que algunas las esperaba pero otras las fue encontrando en el camino. Primero, como ella quería y consensuó, quedarse a cargo de los chicos, por supuesto respetando las correspondientes visitas y encuentros entre los nenes y su padre.
Se mudó, dejó la casa familiar en la que compartieron tantas vivencias y se trasladó a un departamento. Y comenzó un ida y vuelta judicial que a la también modelo le trajo varios dolores de cabeza. No sólo por lo engorrosos que suelen ser los trámites legales sino por los palos en la rueda con los que se encontró en el camino, que recién en los últimos meses comenzó a resolver a través de la firma del divorcio.
“Le firmé un poder administrativo general. Cobraba mis sueldos, hacía mis ventas, lo tenía por una cuestión organizativa. Fui muy confiada. Vivimos un año muy difícil, me di cuenta de muchas mentiras y manipulación. Como persona había muchas falencias. Y al día de hoy siempre descubro algo nuevo. No creo que me haya amado, esto no es amor. La relación como pareja falló. El ya había comenzado su vida hace rato. Yo estoy en terapia, Mateo (su hijo más grande), también. El entiende y cuenta todo”, describe sobre los indicios que la hicieron descubrir mucho más de lo que esperaba o podía suponer.
“Gracias a que Mateo habló conmigo y yo pude ver lo que le pasaba a él, es que decido hacer la denuncia por violencia familiar”, explica la mamá. “Desde marzo a octubre, Mateo guardó silencio. Lo más terrible fue ver a Julieta en Mateo. A veces siento que todo lo que pasó fue planeado. En mí vio una persona ingenua y confiada. Aguanté hasta que sentí que no podía aguantar más, había cosas muy grosas”, definió con dolor.
“Eso no fue amor, fue una enfermedad. El que te controla no lo hace tan evidente. Cada vez el control es más hasta que un día decís: no respiro. Con los años me fui dando cuenta de que me sentía asfixiada y perdida. Descontrolada conmigo misma porque seguía normas que no eran propias. Hubo un montón de mentiras, de engaños, y estaba cada día más triste. Siempre hubo una degradación permanente”, reflexionó en voz alta.
Se hace camino al andar. Aún falta resolver lo que incluye la cuota alimentaria de las dos criaturas, que presenta distintas irregularidades, y que la rubia sigue reclamando a pie firme. También se encontró con que al poco tiempo de dejar la casa familiar, una casona en Escobar, su ex pareja la había vuelto a alquilar sin su consentimiento. Que el profesional estaba en pareja y que, al parecer, la conocía de antes de separarse y se la había presentando a los niños como futura niñera.
Eso le trajo reiterados dolores de cabeza porque esa era una propiedad en un conocido barrio privado que habían adquirido durante los años en que estuvieron juntos. Y más allá de las diferencias económicas, Prandi confió públicamente los problemas que incluyen la convivencia con los nenes, que llevaron a una denuncia por violencia familiar en el Juzgado de Familia Nº 3, de San Isidro.
A consecuencia, la Justicia, dadas las irregularidades que se pusieron de manifiesto, determinó que los menores no pernocten ni pasen la noche en la casa de su progenitor y que haya una restricción perimetral, a fin de que Julieta y Claudio no tengan que compartir ningún ámbito. Luego de meses y meses de situaciones a superar, de días en que tenía que sobreponerse a las desventuras de la realidad, Julieta, de a poco, empezó a reconectarse con la mujer que es, aquella que llegó al reconocimiento público a través de las pasarelas, de la pantalla chica y que, en los próximos días, la hará debutar en un temporada teatral.
Cambia, todo cambia. Después de varios años que le venían proponiendo subirse a los escenarios, viajar durante el verano a Mar del Plata o a Villa Carlos Paz, este año apostó por probar una nueva faceta en su carrera profesional. Será parte de una comedia para toda la familia, Atrapados en el museo, en el Teatro del Lago, con Pedro Alfonso, Freddy Villarreal, Mica Viciconte, Bicho Gómez, Macarena Rinaldi y Rodrigo Noya.
“Mis hijos son los que me dan fuerza todos los días. Espero que estos días que quedan del año terminen con todo y que se venga un gran 2020, estoy convencida de que así será. Recuperé mi libertad y mi vida pero es un divorcio complicado. No pierdo las esperanzas, me volvería a enamorar. Lo que sí, no me caso más”, adelantó, ya instalada en la Villa, con miras de disfrutar de un gran verano y compartir, tiempo pactado con el papá, con sus dos hijos en las sierras cordobesas y muy cerquita de Freddy, el humorista y compañero de elenco, también separado hace algunos meses, con quien lo uniría más que “buena onda”.