Laurita Fernández atraviesa una etapa muy buena de su vida a sus 33 años. Enamorada, feliz y con presenta laboral magnífico en Legalmente Rubia, el destino parece sonreírle a la ex bailarina de Marcelo Tinelli, pero para llegar a este presente debió pasar de todo.
Previo a comenzar su romance con Peluca Brusca, el histórico productor de Guido Kaczka, tuvo otras relaciones mediáticas como con Nicolás Cabré, Fede Bal y Federico Hoppe, de quienes no se llevó buenas experiencias.
“Uno de los más grandes aprendizajes es que la pareja es de a dos. Entonces, lo que siento es que cada vínculo me hizo una mejor versión de mí misma. Fui mejorando en distintos aspectos. Todas mis relaciones me fueron llevando a ser la compañera que soy hoy con mi pareja”, comenzó explicando Laurita.
En una confesión que hizo a corazón abierto, habló de las veces que se dejó de lado por la otra persona, algo que Fernández jamás volvería a repetir: “Y en cuanto a cosas que aprender de mis relaciones anteriores, aprender a priorizarme. Muchas veces, elegí dejar de hacer algo por el otro y me sentí apagada o perdida”.
Siendo una persona que evolucionó, supo madurar, aprendió de sus errores; que se cayó y volvió a levantar, pese a que sus vivencias amorosas tuvo partes negativas, le dejaron una profunda reflexión sobre cómo se nutrió interiormente.
LA PROFUNDA REFLEXIÓN DE LAURITA FERNÁNDEZ A NIVEL SENTIMENTAL
“En relaciones del pasado, me pasó de no sentirme acompañada ni impulsada en mi profesión, que, para mí, es re importante. Hoy entiendo que no tiene que ver solo con el otro, sino con que, también, una deja que eso pase”, sostuvo Laurita.
En ese sentido, lo comparó con el presente hermoso que vive con Peluca: “Entonces, lo que yo siento que aprendí es a no permitir que me tiren abajo algo o que no me dejen ser quien quiero ser. Pelu, que es mi pareja actual, un día me dijo: ‘Yo no tengo que pagar los platos rotos de otros vínculos, pero entiendo que estés a la defensiva, que quieras marcar tus límites porque no querés que te vuelvan a pasar determinadas situaciones’”.
Derrumbando prejuicios e inseguridades, no todo fue color de rosas con Brusca y al principio le costó mucho: “Yo encaré esta relación con muchos miedos, necesitando dejar en claro lo que ya no quería que pasara en mis vínculos. Él también es muy comunicativo, entonces ya, desde un inicio, hablamos un montón. Eso está re bueno”.