Hay cuernos. Hay mentiras. Hay peleas. Hay terceros. Hay despecho. Hay recriminaciones. Hay promesas. Por más que en un principio se haya dicho otra cosa, en la separación de Flor Vigna y Luciano Castro hay todo lo que la gente espera ver en este tipo de instancias. El "pueblo" no espera "rupturas" en buenos términos ni en condiciones de gentileza y amabilidad, sino despedidas fuertes, conmocionantes. Sin llegar a la violencia, que no se malentienda, la muchachada quiere "sangre".
En ese sentido, poco a poco se van contando secretos en cuanto a uno de los "divorcios" más comentados y resonantes de la temporada de romances y distanciamientos faranduleros. Ahora, sin ir más lejos, se develaron una serie de cuestiones desconocidas de la infernal pelea que protagonizaron la cantante y bailarina y el galán de galanes de la televisión argentina.
De acuerdo a lo que contaron en Socios del espectáculo, hubo una primera separación a la que habían llegado por una decisión de ella, que notaba a "Lucho" metido en otros temas y no tanto en la relación que llevaban adelante. Ese "démonos un tiempo" se fue estirando sin final hasta que se transformó en una separación hecha y derecha. Fue entonces que él, algo "tristón", se acercó y le pidió volver.
Sí, el que fue "con el caballo cansado" fue él, que le propuso retomar la relación, olvidar las cosas malas que habían pasado y darle para adelante (en el buen sentido de la frase) en busca de recrear buenos y provechosos momentos juntos. Lo que no imaginaba Luciano, contaron en Socios del espectáculo, era la respuesta de ella. "Mirá, ahora estoy conociendo a alguien" recibió como un mazazo.
LA TRAMA SECRETA DE LA SEPARACION DE FLOR VIGNA Y LUCIANO CASTRO
Sin embargo, Castro no se fue derrotado del todo de esa charla. En medio de la vorágine y así como le contó semejante cosa, Vigna le dijo que estaba dispuesta a arriesgar todo por un regreso. Ella podía cortar ese vínculo que estaba iniciando para intentar una segunda oportunidad con él. ¿Qué sucedió entonces? Que Vigna "encontró" a Castro mandándose mensajes con Griselda Siciliani. Claro, no eran whastapps o mails preguntándose cómo estaban, en qué andaban o cómo los trataba la vida. Eran comunicaciones de otro tipo.
Esa fue la estocada final que recibió la relación. Vigna se sintió traicionada, entendió que las fechas no cerraban para nadie (pero mucho menos para ella) y cayó en un pozo del que aun le cuesta salir, mucho más cuando ve que su ex y Siciliani se pasean felices y alegres por los canales de televisión blanqueando que están juntos. Como puede, con el corazón y el ánimo emparchados y llenos de remiendos, va a hablando poco a poco. "El se mandó cagadones", dijo primero. "Y no, las fechas son raras, coincidentes", tiró después. "Ella me pidió perdón, pero no se si alcanza", dijo más tarde, y ahora los desafió: "Los que tienen que hablar son ellos".