Terminó el año con varios disgustos. El principal, por supuesto, el lamentable fallecimiento de su padre. También, Federico Bal (30) finalizó su relación con Melina Carballo, después de que ella reconociera que no se sentía segura a su lado y que temía que le fuera infiel. Pero para fin de 2019 y comienzos del 2020, ya instalado en Mar del Plata, donde es parte de Mentiras inteligentes –en el Teatro Lido–, el actor organizó una fiesta en su casa, donde recibió a amigos y colegas.
Entre ellos a Sofía Aldrey, una bella rubia marplatense, de una familia adinerada de la zona. Por esos días, al hijo de Carmen Barbieri se lo vinculaba con Micaela Vázquez, pero ambos sostuvieron que sólo son amigos. Pero en esa celebración de Año Nuevo el actor no perdió la oportunidad de volver a acercarse a la rubia bailarina con la que, tiempo atrás, ya lo habían vinculado. Y la llama de la pasión se reactivó.
¡Qué lindo es ser "soltero"! El actor se vio nuevamente atraído por la profesora de jazz contemporáneo y hip hop, y habrían decidido compartir todas las veces que puedan, en público o en privado, pero sin título alguno que los una, para que cada uno pueda hacer su vida también, por separado. Al parecer, Bal no está con ganas de asumir ningún tipo de compromiso, por lo menos en lo que respecta al verano, durante el resto del año su pensamiento podría ser otro, claro.
Por estos días, quiere pasar toda la estación y la estadía en La Feliz compartiendo con distintos grupos de amigos que lo visiten, disfrutar de largas convocatorias a asados y recreación en la pileta del lugar que alquiló y practicar deportes, especialmente aguas adentro con su tabla de surf. Y, como si fuese poco, hacerles honor a sus dotes de galán, conquistando a cuanta chica pueda.
Y en eso, precisamente, está el también heredero de Santiago, que a diario sigue –casi al pie de la letra– sus deseos. Pero con la experta en danzas esta vez, lejos de las especulaciones, se lo vio en Honu Beach, a donde el productor suele ir secundado por su grupo de amistades.
Esta vez, con la rubia compartió una caminata a orillas del mar, larga charla a solas y muchas pero muchas sonrisas cómplices, en horas del mediodía, mientras aprovecharon para dorar sus pieles. Y por las noches, ya se encontraron en más de una oportunidad en los boliches más top de la ciudad, a los que Fede se acerca después de las funciones y luego de ir a cenar. Un auténtico amor sin etiquetas.