El fútbol tiene 3 G como máxima expresión de lujo, precisión y exquisitez: ganar, golear y gustar. La tecnología presenta 4G como velocidad sin límites ni fronteras. A la farándula, en cambio, le alcanzó con una sola G para alcanzar la señal inequívoca de belleza y delicadeza únicas e inigualables: la G de Guillermina, Guillermina Valdés, acaso la mujer mas sensual y deseada del ambiente artístico y barrios aledaños. Su prolífica y ardorosa vida afectiva lo confirma y lo demuestra.
De piernas interminables, rostro iluminado, sonrisa contagiosa, ojos color del cielo y melenita danzante a veces rubia y a veces castaña, ella fue una princesa de las pasarelas y desde allí consiguió dar el salto a otros ámbitos, que también conquistó sin que nada pudiera evitarlo. Hoy es empresaria, actriz, a veces streamer, a veces cantante, a veces esto y a veces lo otro. En todos los casos, siempre, es una muchacha admirada y capaz de movilizar corazones y deseos ajenos.
Es imposible hacer un repaso por la vida amorosa de Guillermina sin empezar por un hecho pocas veces visto en la historia artística argentina: dos de los hombres más importantes de la industria del entretenimiento se batieron a duelo por su corazón. Dos amigos que quedaron enfrentados por el resto de sus días con ella, genial, increíble, en el medio de ambos.
Un día, o una noche, a la sorprendente noticia de la crisis de la modelo y Sebastián Ortega -productor y director de los más laureados del país e integrante de uno de los clanes más reconocidos del medio local- le siguió la información más conmocionante que se podía escuchar por entonces: ella ya no estaba sola, sino que había iniciado una relación con Marcelo Tinelli, el conductor más exitoso de todos los tiempos.
La revolución fue infernal y se armó "la grieta" no entre peronistas y gorilas, kirchneristas y anti K o bosteros y gallinas, sino entre aquellos que apoyaban el amor fervoroso entre Marcelo y Guillermina y los que hablaban de traición y no podían aceptar que un hombre "se quede" con la mujer de un amigo. Fue un escándalo gigantesco. Una revolución infernal. Un terremoto que hizo hablar a propios y extraños durante meses. Nadie fue indiferente a ese escándalo.
Durante mucho tiempo, Guillermina fue una mujer de amores largos. Estuvo mucho tiempo con Ortega (tuvieron tres hijos) y pasó ocho años al lado de Tinelli, con quien tuvo a Lorenzo. Los últimos tiempos con Marcelo fueron, cuánto menos, cambiantes y ambivalentes. Iban, volvían, se daban un tiempo, se amaban, se distanciaban. Lo que terminó de separarlos fue trabajar juntos. Ella le tiraba "palitos" en vivo y en directo y él tampoco se quedaba callado. La ruptura, se veía, era inevitable.
Ya madura, experimentada, sabia -y siempre muy muy sensual- Guillermina ya no quiso esas pasiones interminables, sino que prefirió vínculos más pasajeros. Y si no los eligió, está claro que se fueron dando. ¿Cuánto estuvo con Santi Maratea? Un par de hamburguesas y sanseacabó. ¿Cuánto le duró Javi García, el arquero de Boca? Menos que él como titular en el equipo azul y oro desde que llegó Chiquito Romero y atajó un millón de penales.
LAS RELACIONES DE GUILLERMINA VALDES
Ahora, Guillermina es la envidia de muchas mujeres, jovenes y no tanto: está de novia con Joaquín Furriel, uno de los galanes más cotizados de la tele y del teatro. Un número uno de la actuación. Un tipo tan admirado por sus laburos como por su pinta. Un muchacho siempre cuidadoso de su privacidad que todas las señoras quisieran tener como yerno.
Pero claro, todos hicieron de las suyas antes o después de estar con ella. Fueron, vinieron, subieron, bajaron, conocieron, se fueron y en ese ajetreo desparramaron esa semillita por toda la farándula, la tierra más fértil del mundo para que pase de todo. Unos y otros, una y otras, morochos, pelirrojas, altas, bajitos, talentosos o más o menos, todos la pasaron bien. Nada más placentero que encontrarle el punto G a la vida.