Señoras y señores, de pie: ninguna mujer ha generado tanto contenido farandulero como Nazarena Vélez. Aplauso, medalla y beso para esta gladiadora incansable de la vida que ha protagonizado tantas batallas, tantas peleas, tantas polémicas, tantos éxitos, tantos tropiezos y tantos romances que bien podría ser llamada la reina mediática de los dos mil para acá. Mirtha, Susana, Moria... hagan lugar: para Mi Cuñado, Naza también es una diva y se va a sentar a la mesa con ustedes. No la diva de los almuerzos, de los teléfonos ni la del mundo barroco: es la diva de lo popular y de lo escandaloso. ¡Salud!
Cuando se hizo famosa, Naza ya era mamá de una joven que con los años también brillaría con luz propia en el firmamento de la alta exposición. De purreta se puso de novia con Alejandro Pucheta y se amaron con tanta intensidad y tanta pasión que Barbie Vélez, su hija, lleva en la sangre los mismos genes de la chispa y el ardor. Cuando desembarcó en las grandes ligas de la tele, Nazarena ya estaba separada del hombre que mucho tiempo más tarde -no se rían, porque es verdad- se tatuaría en uno de sus brazos a Noelia Marzol.
El recorrido amoroso de Nazarena fue tan zigzagueante que recién ahora que ha cruzado con holgura la barrera de los 40 y pudo encontrar algo de serenidad y madurez parece que llegó a un destino calmo y ameno. ¿Quién no la recuerda en el programa de Susana dejando en shock a todo el mundo al contar las ruinosas intimidades de su relación con Hernán Caire? ¿Quién no tiene presentes sus incontables idas y vueltas con Daniel Agostini, padre del Chino, su segundo hijo?
A Nazarena nunca se le cerró la ventanita del amor. Se le puede haber entornado, se le puede haber tapado de polvo o de telarañas, pero con cada nuevo soplido de aire fresco brilló reluciente y luminosa otra vez. Entonces, por ese entrecejo transitaron personalidades de todo tipo. Mundiales y locales, primerísimas figuras y gente misteriosa, estrellas de la tele y algunos muchachos que transpiraron la camiseta como locos. Sí, hubo de todo.
Con Diego Maradona tuvo algo tan fuerte y tan clandestino que esa tapa de Paparazzi que reveló el affaire dio la vuelta al mundo. Lo mismo con Martín Palermo, otro que le demostró sus dotes de gran goleador.
Su carrera como botinera -palabra que inventó, además- sufrió un declive cuando se puso de novia con Aldo Osorio. El muchacho no era un celebridad en el mundo de la pelota pero parece que con ella "jugaba muy bien", porque se la veía sonriente y feliz.
MI CUÑADO: TODAS LAS RELACIONES DE NAZARENA VELEZ
Al lado de Luciano Garbellano pasó un momento bastante turbina y oscuro, aquel de las pastillas y las adicciones riesgosas para su salud y para su vida. Como esta página recuerda todo con alegría y humor, obviaremos el final de su vínculo con Fabián Rodríguez, el padre de Tití, su tercer hijo.
Luego fue novia de un abogado de apellido Gamarra -el enigmático doctor Gamarra- y se vio envuelta en un rumor con Jorge Rial tan largo y tan rebuscado que ella, en un desesperado intento por aclararlo, dijo que el ex conductor de Intrusos "solamente me apoyó". ¿Entonces? ¿Qué quiso decir? ¿Aplicamos el doble sentido o no?
Por supuesto que ninguno se quedó quieto: altos, bajitos, rubias, morochas, estrellas, estrellados, figurones y aspirantes llevaron esa semillita del placer más efervescente a todos los ámbitos y a todos los mundos habidos y por haber. Quien puso en caja su esquivo corazón fue el actor y productor Santiago Camaño. Un muchacho, seamos sinceros, por el que nadie daba dos mangos.
Un tipo que estuvo, se las bancó todas, le devolvió las ganas de disfrutar, la sacó de la penumbra y la llevó a caminar juntos. El también merece que el mundo se ponga de pie y le de un sincero y caluroso aplauso y un tierno y fraternal abrazo. Una bocha se lo merece.
