"¡Qué lindo número!” La exclamación es un clásico en la atmósfera del escolazo. La reacción es espontánea, automática. Cada vez que un viejo jugador de quiniela se entera de un cumpleaños, enseguida lo relaciona con la posibilidad de ganarse unos mangos y enfila hacia la agencia de lotería más cercana. Lo que no pueden los medios lo hace posible la fe. Eso dicen. Y el caso de María Eugenia Suárez, que el pasado 9 de marzo sopló su velita número 28, evidentemente lo comprueba.
Porque mientras un terremoto mediático parecía cobrar vida a fines de 2015, cuando Pampita aseguraba haberla sorprendido manteniendo relaciones sexuales con el que por entonces era su pareja, Benjamín Vicuña, y el dedo acusador la señalaba una vez más de “robar maridos”, ella confió. Se aferró a la esperanza de creer y esperar que el temporal se alejara.
Con el diario del lunes, o, para ser más claros, casi cinco años después de aquella escandalosa situación –la cual, se sabe, derivó en la decisión del actor de separarse de Pampita e iniciar efectivamente un romance con “la China”–, los efectos colaterales de las repercusiones fueron desapareciendo. Todavía queda algún resabio, pero minúsculo, a tal punto que luego de tener a Magnolia (fruto de su amor con el chileno) y estar esperando un segundo hijo con Vicuña, la prioridad pasó a ser el ensamblamiento.
Todo un síntoma de la armonía que fueron construyendo para privilegiar el crecimiento de los más chicos, que en el caso de Pampita son tres (Bautista, Benicio y Beltrán Vicuña Mori) y en lo referido a María Eugenia, dos (Magnolia y Rufina, esta última de su vínculo con Nicolás Cabré). Es un grupo numeroso que viene poniendo a prueba el tacto de los más grandes para dejar atrás lo celos y darle importancia a lo que realmente lo merece.
De a poco, pese a los rencores personales de una supuesta infidelidad tan mediatizada, Pampita, Benjamín y María Eugenia fueron limando asperezas y cerrando tratos, casi siempre enfocándose en la tranquilidad de los chicos. Fueron surgiendo las visitas, los intercambios de mensajes y la edificación del diálogo. Tan positivo fue el saldo que dejaron esas charlas –que fueron las necesarias y a la vez muy productivas– que Pampita anunció recientemente que mientras durara el programa de la televisión chilena donde cubrió todo lo sucedido en el Festival de Viña del Mar, se alojaría en lo de su exsuegra.
La producción le había ofrecido hacerlo en un hotel, pero ella optó por irse a lo de la mamá de Benjamín. Porque la jurado del Súper Bailando también prefirió confiar. Al igual que la China, que llegó a los 28 años (“El cerro…” en los sueños de la quiniela) sabiendo que la calma y la paciencia arrojaron buenos dividendos. Quiso apostar. Como hacen los que diariamente se la juegan en la agencia oficial o en la casa del quinielero del barrio.