A los "fenómenos naturales" que provocaron la pandemia y la cuarentena (la aparición de animales en las ciudades, el aire más puro, la nueva normalidad, el agua más limpia en ríos o lagunas que estaba abarrotados de mugre) se puede sumar uno más, algo tardío pero también insospechado: por primera vez en "mil años" Guillermo Andino no fue de vacaciones a Punta del Este. No, rumbeó para el sur de nuestro país.
Pueden cerrar Punta, entonces. Si siempre se dijo que "enero sin Guillermo Andino no es Punta del Este", pues 2021 ha generado el cataclismo. Uruguay trancó sus fronteras y entrar a sus apacibles ciudades y encontrarse con su gente macanuda, amable y bonachona se volvió más difícil que comprar un kilo de carne a un precio accesible. Entonces, el periodista cambió de destino por primera vez en toda una vida.
Andino, Carolina Prat, sus tres hijos y el novio de la mayor se fueron a pasar unos días a Bariloche. Muy emotivo resultó el reencuentro con Mónica Gutiérrez, su histórica compañera en el noti de América.
Este año no habrá fotos de Andino recostado en una reposera leyendo el diario, o incorporado para tomarse un mate, o dándose un chapuzón en la Mansa, pateando la número cinco con su hijo o relojeando a sus hijas para ver si se acerca algún "buitre" con segundas -o terceras- intenciones de meter cuarta. Tampoco será posible observarla a Caro, bella como siempre, enfrentando las olas en Gorlero.
Toda la familia, en pleno -porque pasan los años pero esa tradición no la rompen- enfiló para Bariloche, que en muchos rincones de su geografía, pero sobre todo en aquellos que forman parte del circuito conocido como "costa chica" no tiene nada que envidiarle a los lugares más cotizados del planeta. Allí todo es mágico.
La combinación de montañas, verdes, aguas turquesas, silencios, picos nevados, flora, fauna (y una gastronomía de locos, que al Guille también le gusta el buen comer) se volvió una sucursal del paraíso para todos ellos. Y a Andino le permitió quitarse las últimas broncas que le quedaban por la contundente eliminación de Racing de la Copa Libertadores de América a manos de Boca. Guillermo es fanático de la Acadé y hasta tuvo que besar una camiseta Xeneize para pagar una apuesta que había perdido.
Además de darse algunos gustos -como manejar una lancha en un lago de aguas increíblemente cristalinas o hacer un poco de trekking (tiene 52 años y no es cosa de andar haciéndose el loco)- Andino cumplió otro objetivo que lo lleno de satisfacción: se reencontró con Mónica Gutiérrez, que pasa un buen tiempo de su vida en esos paraísos.
Andino y Mónica fueron una pareja "de oro" del noticiero central de América. Una marca registrada de ese espacio que cruzaba la tarde y se metía en la noche con la información más candente de la actualidad. Hasta que el canal y ellos decidieron tomar otros caminos (ella, incluso, se fue de la emisora y recaló sin demasiada fortuna en Canal 13) y el reencuentro se dio en plena patagonia.
Carolina regó sus cuentas con fotos en unos cuantos paraísos del sur. No hay muchas palabras para definir lo que se ve o lo que se aprecia. Un simple vistazo alcanza para dar ganas de estar allí, metiendo las patas en esos lagos un poco fríos pero siempre hermosos.
Andino y Caro no fueron solos. Fueron con sus dos hijas, su nene y el novio de su hija mayor. ¿Será un buen suegro, un suegro copado y "gamba", o lo tendra un poco "cortito" al yerno? Quien sabe. En Bariloche todos parecen felices y contentos.