De lejos pueden parecerse mucho, pero de cerca y en el fondo los famosos son bastante diferentes. Miren, si no: mientras que Pampita “demoró” apenas un mes y medio para presentar a Roberto García Moritán, llevarlo de vacaciones, integrarlo a su vida y anunciar que se van a convertir en marido y mujer en un par de semanas más (contraerán enlace el 22 de noviembre en el glamoroso Palacio Sans Souci, de Victoria, al norte del conurbano bonaerense), Silvina Escudero estuvo más de ¡¡dos años!! (¡sí, más de dos años!) para mostrar la cara de su novio Federico.
En las últimas horas, entonces, la bailarina terminó con uno de los enigmas más grandes que sobrevolaron a la farándula en los últimos tiempos. No porque hubiera multitudes deseando conocer el rostro de su compañero afectivo, sino porque fue ella misma la que agigantó la intriga acerca de la identidad de su muchacho. Asunto terminado, entonces. Ahí está Federico, presentado definitivamente en cuerpo y alma.
Y por lo menos en redes sociales, donde se dirimen todas las cuestiones hoy en día, las chicas ya dieron su veredicto: en cuestión de horas (¡aprendé, Silvina!) dijeron que el pibe está muy bien y que ella está bien rumbeada al cuidarlo, entendiendo que ese es el motivo por el que lo tenìa guardado bajo siete llaves. Chau pinela.
Pero para que Escudero tomara la decisión de descubrir el halo de misterio que había sobre su novio tuvo que pasar algo de agua bajo su puente, y resolverse una historia que hasta no hace mucho la tuvo muy preocupada.
Un poco porque aprovechó las últimas tormentas para postear una foto de las últimas vacaciones, decir que extrañaba esos momentos y deschavar a Fede con esa imagen (muy elogiada en Instagram, por cierto), sino también porque hace un puñado de semanas la ex de Matías Alé, Tacho Riera y Martín Amestoy se mostró bastante contrariada en algunas galas del Bailando por un sueño y ante la insistencia de Marcelo Tinelli –que, reconozcamos, no se pierde una y puede competirle a Jorge Rial por el trono de conductor más chimentero de la tele– terminó aceptando que las cosas con Federico no estaban del todo bien.
A eso sobrevino una crisis que en un momento pareció definitiva. Ella hasta dio explicaciones acerca de los motivos que llevaron a la ruptura. Los proyectos diferentes, la falta de tiempo para verse juntos, las ganas de uno de formar una familia que no iban a la misma velocidad que las del otro. En fin, un cúmulo de decisiones que los ubicaron en caminos diferentes.
El destino parecía escrito pero, como dice la canción, el amor fue más fuerte y Silvina volvió con su novio. Y volvió con todo. Pero con todo en serio. Por eso después de probar las dos caras del amor –la triste, aquella del dolor por el distanciamiento, y la más dulce, esta que saborea las burbujeantes mieles del reencuentro– mostró la de su novio. Todo en la vida tiene un porqué.