¿Nunca se preguntaron cómo vestirán los famosos en sus casas cuando llegan de esos trabajos o de esos eventos en los que siempre, invariablemente, parecen modelos de pasarela o muñequitos de colección? ¿No quieren saber si atrás de ese maquillaje perfecto o abajo de esos vestidos ultra slim y esos trajes de nombres importados hay arrugas, granitos, lunares, celulitis o transpiración como tiene cualquiera que viaja parado en el bondi o en el Sarmiento? Bueno, en este artículo, pero sobre todo en las fotos que lo ilustran, habrá una respuesta bastante contundente.
Los famosos nunca dejan de ser famosos. Es decir, ellos no dan puntada sin hilo. Pero en algún momento del día dejan esas ropas en el armario y se ponen lo más cómodo que tienen a mano. Tampoco es cosa de andar encorsetado o apretado adentro de un par de zapatos xs para preparar un desayuno, para ordenar un living o, como en el caso de Griselda Siciliani y Luciano Castro, para ir al chino y hacer compras.
Qué atuendo puede haber más cómodo y más suelto, sobre todo en estas épocas donde las temperaturas empiezan a ser agobiantes, que un par de crocs para los pies, un shorcito y una camisa fresca y abierta que se escapa por afuera del pantalón corto. ¿Nada, no? Pues Siciliani se dio el gusto y anduvo así por las callecitas de Palermo, que tienen ese no se qué...
Pero sean sinceras: a qué mujer no le gustaría que además de ir así de despreocupada la acompañe nada más y nada menos que ese galán de galanes que es Luciano Castro. Cualquiera levantaría la mano o se tiraría de cabeza ante la pregunta. Pues bien, Griselda combina en una sola persona las dos cuestiones. Sale a caminar como se le canta en su interior más profundo y además la abrazan los fornidos y trabajados brazos llenos de músculos de Lucho.
GRISELDA SICILIANI Y LUCIANO CASTRO, DE ENTRECASA POR LAS CALLES DE PALERMO
Griselda y su novio fueron a hacer los mandados a un chino que tienen cerca del departamento que habitan en esa zona de la ciudad a la que denominan Palermo Viejo o "Plaza Serrano", ahí donde muchas calles tienen nombres de países centroamericanos como Guatemala, El Salvador o Costa Rica. El estaba un poco más cheto, para qué negarlo: musculosa blanca que dejaba ver ese lomo que se le escapa por todos lados, bermuda azul eléctrico, medias blacas y zapatillas y bolsito negro.
En lo único que coincidían era en los anteojos oscuros. Después hasta en el gesto iban diferentes: ella sonriente, él un poco hosco. Cuentan que de pasada, tanto a la ida como a la vuelta, se cruzaron con el santuario de Liam Payne, el ex cantante de One Direction fallecido allí hace menos de un mes. Y que saludaron de muy buena manera a todos los fanáticos que todavía se congregan allí para rendirle algún tributo.