Blanca Cotta fue una excelente cocinera que marcó a una generación de mujeres. Siendo la menor de cuatro hermanos y criándose en una época difícil para el género femenino, supo ser un ejemplo de lucha, perseverancia y amor por la profesión. Sin embargo, hoy toca despedirla, ya que murió con 94 años.
Blanca nació el 14 de marzo de 1925 y pasó toda su adolescencia en Quilmes, donde además de estudiar el secundario se recibió de maestra con medalla de oro. Además, fue profesora de Letras pero el título le alcanzó para un trabajo como preceptora ya que los cargos más elevados eran reservados para los hombres.
SUS INICIOS EN LA GASTRONOMÍA
Cotta formó una gran familia con dos hijas, seis nietos y nueve bisnietos, y con la llegada de sus niñas fue cuando se inclinó por el mundo de la cocina. Siempre divertida y con recetas sencillas para todo el mundo, Blanca comenzó sus pasos en lo gastronómico en 1953 cuando se acercó a la redacción de la revista “Mucho gusto”.
Estuvo allí hasta la década del 60 cuando cambió para ser jefa de redacción y guionista del programa “Buenas tardes, mucho gusto”, emitido por canal 13. Aquel programa fue uno de los pioneros dedicados a la mujer y a darle un espacio a los cocineros más importantes del país, por lo que fue uno de los despegues más relevantes en la amplia carrera de Cotta.
Además, la humorista gráfica, quien dibujaba sus recetas para hacerlas más sencillas, escribió para la columna “De aquí, de allá y de mi abuela también” en la revista Clarín de los domingos, e incursionó en la cocina infantil fundando su propio espacio revista infantil “Anteojito y Antifaz” bajo la sección “Comiditas”.
Blanca sin pensarlo se adueñó del mundo de la gastronomía trabajando con muchísimos cocineros de prestigio, como Doña Petrona. Y, en una entrevista, explicó que lo que más adoraba del trabajo era transmitir la cocina con alegría: “Mi intención ha sido siempre tomar el hecho de cocinar con un alto sentido del humor y optimismo y simplificar la manera de hacerlo”.
Cotta nos seguirá acompañando en cada receta que tengamos de ella, ya se en revista, en uno de sus prestigiosos libros o en los fascículos coleccionables del diario. Porque Blanca Cotta no murió si la seguimos manteniendo viva en cada comida que preparemos.