MasterChef está en boca de todos. Ya sea por el éxito rotundo en las mediciones, como por las situaciones peculiares que protagonizan los famosos, así como por las polémicas respecto al avance de ciertos participantes.
En los últimos días explotó la bomba de Rocío Marengo, que tras ser eliminada desperdigó acusaciones y aseguró que fue víctima de maltrato y abuso de poder de parte de los jurados. “Me terminé sometiendo a un maltrato lento. Por más que las mujeres estamos en otra etapa y empoderadas, cuando vivís una situación así te da miedo. Hay algo de abuso de poder, una diferencia de poder abismal. Me sentí maltratada, en carne viva, hicieron conmigo lo que quisieron”, bramó.
Ahora se suma un capítulo de otro cáliz, pero que también engloba un cierto manejo polémico, dado que si el propio protagonista reconoce que no dispone de herramientas para acceder a esta instancia final, implica una designación a dedo.
"Es un punto en el programa en el que tranquilamente me tengo que ir. Tengo compañeros que saben muchísimo más que yo, son más elevados", confesó Bal.
La cuestión es que Federico Bal pasó por un momento tenso el miércoles, con un plato de escasa calidad, que fue objeto de una devolución durísima de Germán Martitegui, Damián Betular y Donato de Santis. El más polémico de los tres lo trató de “chanta” e “improvisado”, así como le espetó que si fuese un empleado suyo lo despediría por esa preparación.
El italiano también le tiró en la cara que debía justificar su presencia con sus platos y que no lo está logrando. Entonces, el hijo de Carmen Barbieri lejos de enojarse, llevó a cabo una confesión tremenda.
“Es un punto en el programa en el que tranquilamente me tengo que ir. Creo que tengo compañeros que saben muchísimo más que yo, son más elevados", reconoció Bal.
