Tranquila, señora. Calma, muchacho. Esa persona calva, con bandana y barba candado que ven en todos los programas y en todos los canales es la misma. No es que llegaron los extraterrestres, como se especuló la semana pasada, y ya pueden clonar humanos. No, es Alfa que va y viene de una pantalla a la otra. En A la Barbarrosa, el penúltimo eliminado de Gran Hermano sorprendió al revelar que el verdadero motivo de su pelea con Romina fueron unas simples y sencillas "barras de chocolate". Y bue, hasta los "ET" hubieran quedado shockeados.
Durante gran parte de los cuatro meses que estuvo adentro, Alfa fue una especie de "marido" de Romina. O algo así. Sin papeles, sin compromiso, sin un "si quiero" pronunciado por ellos y sin un "hasta que la muerte los separe" dicho por un cura, un juez de paz o un funcionario cualquiera, le dieron vida a una suerte de matrimonio por la dinámica que tenía la relación: un ratito bien, un ratito peleados, un ratito reconciliados, un ratito en el paraíso, un ratito en el infierno. Como la vida misma.
Todo eso hasta que dos o tres semanas antes de la placa que los puso frente a frente se pudrió todo, pero de verdad. Alfa y Romina dejaron de hablarse y ella no aflojó ni siquiera cuando él -justo es decirlo- amainó un poco con su personalidad avasallante y mandona y buscó el reencuentro de todas las formas habidas y por haber. Ella se mantuvo emperrada y no hubo Dios que le ablandara un poco al corazón.
Ayer no, el domingo pasado, Alfa y Romina quedaron cara a cara en un "quién se va/quién se queda" para la historia. La gente se prendió como nunca y cuando Santiago del Moro gritó "Quien debe abadonar la casa más famosa del mundo es Alfaaaaaa" con ese tono de voz que sí parece de alguien que bajó de un OVNI la medición de rating se clavó en 26,1 puntos. Anoche, la derrota de Daniela a manos de Camila tocó los 21,5. Cinco unidades abajo, nada más y nada menos.
No fueron las hijas de ella, la edad de él, la carrera política de ella vinculada al Kirchnerismo ni la simpatía de él con los trapos amarillentos del PRO. Nada que ver. La pelea fue por un motivo mucho más mundano y en apariencia menor. Los chocolates. "Y si, fue así, fue por los chocolates. Empezó cuando ella me acusó a mi de que había escondido los choclolates y le hablaba a su muñeco preguntándole quién los había escondido, y me señalaba", explicó Alfa.
"Yo no tenía nada que ver, se lo dijé varias veces, pero ella insistía con la pregunta y con acusarme. Al final era toda una joda y lo tenían escondido ellas, las chicas. Cuando Nacho se dio cuenta y fue a buscar el chocolate Romina corrió y se lo comió a lo bestia, a las apuradas. Eso me enojó, y como venía acumulando unas cuantas que ya no me gustaban empezamos a discutir cada vez peor. Una cosa trajo la otra, cada uno dijo lo suyo y al final del día ya no había vuelta atrás entre nosotros. Después apareció lo de las hijas y lo de la política, pero todo empezó ahí, en los chocolates", resumió Alfa. Más que nunca en la vida, ¡chocolate por la noticia!
