En pocos días, Andrea del Boca (53) celebrará sus cincuenta años de trayectoria arriba del escenario, la columna vertebral de su vida, que hoy la encuentra haciendo Brujas, en el Teatro Astros. La mamá de Anna comenzó una etapa de renovación que no sólo incluye a la actriz sino también a la mujer, desde lo estético y emocional. “Investigué un poquito y no hay muchos casos en el mundo que haya una persona que tenga cincuenta años de trayectoria con una edad como la mía, y que haya sido una carrera ininterrumpida", dijo.
–¿Y cómo lo vivís?
–Con mucho orgullo porque no sólo depende de mí, sino también de mi familia, que me acompañó, del público que me siguió, y de muchos compañeros que me acompañaron. Por eso no puedo mentir la edad tampoco, je, je. Creo que mentir la edad es tener una mala relación con los años vividos, con las risas y las lágrimas que uno haya pasado. Si tenés una buena relación con la vida que pasaste, con las elecciones que hiciste, con las cosas que a veces te encuentran, que otras buscaste… no va. Sacarte años es sacarte identidad.
–¿En qué momento te llegan estas bodas de oro con la actuación?
–Nunca imaginé llegar a estos cincuenta años y tampoco hacerlo arriba de un escenario, que es la cuna de la actuación. No creo en las casualidades. En mi carrera siempre se dieron las cosas por casualidad, pero con una causa. Y creo que esto también. Volver al teatro, a la Avenida Corrientes, en temporada, con Brujas, que es una marca registrada, una de las obras que estuvo más años en cartel, es un privilegio. Es un volver a enamorarme, un reencuentro conmigo, con el público. Creo que, a partir de ahora, empieza una nueva etapa como mujer y como actriz.
–¿Estás haciendo un balance de estos cincuenta años?
–No lo hice en estas cinco décadas, no me pasó. Siempre los hago cuando llega mi cumpleaños. Tengo mi cuaderno donde voy haciendo anotaciones y luego veo qué voy haciendo. Pero no me pasó de tener crisis de los treinta, los cuarenta y ahora los cincuenta. No son poca cosa cincuenta años de carrera, y el otro día empecé a hacer un balance. Por un lado, me tendría que jubilar por los años de trabajo. Pero por mi edad no puedo. Entonces me pregunté qué cosas me vuelven a enamorar para seguir explorando, para seguir con este matrimonio que tenemos con el público. Con la gente fuimos creciendo juntos. No soy de arrepentirme de las cosas. Sí, quizá, de una sola cosa… Cuando estaba en Italia, que había empezado mi carrera como cantante en España, me ofrecieron hacer una película, y decidí volverme por amor. Y, con el tiempo, pensé que si no me hubiera vuelto, hubiese sido otra vida. Tal vez, hubiese hecho la película, me hubiese quedado y enamorado allá. Pero en ese momento sentí que tenía que priorizar mi vida sobre mi carrera. Era chica, se trataba de mi primera relación.
–Fue con Silvestre…
–Mi carrera me ayudó a darme cuenta de algunas elecciones que hice en la vida. Por ahí, lo que atraía de mí, de mi carrera y de ser una persona independiente y no la típica mujer que se quiere relacionar para casarse, tener hijos y que la mantengan, en algún momento eso se transformaba en un peso, en una molestia en la relación, peor que si hubiese engañado con un amante. Y mi carrera me ayudó a darme cuenta de quiénes estaban por quien soy y no por lo que significo. Es un proceso duro entenderlo pero también es bueno tenerlo de aliado para que me abra los ojos. Soy de relaciones largas. Me costaba darme cuenta. Después, con mi hija, se ordenó más mi vida. En realidad, porque cuando nació mi hija fue mi único vínculo que pudo desbancar a mi carrera. Hubo momentos de mi vida en que dejé de lado a la mujer, no por obligación sino por decisión propia. Creo que ahora hay cosas que se empiezan a relajar más porque mi hija ya es mayor de edad, empieza a tomar sus propias decisiones. Mi carrera ha renacido. Y ahora es tiempo para darle espacio a la mujer.
–¿Y eso incluye al abogado Juan Pablo Fioribello?
–No, no… No incluye a nadie. Ahora puedo darme el tiempo como mujer de conocer a alguien o empezar una relación, dándole su espacio y su tiempo. Hoy me siento más plena para dedicarle tiempo a una pareja. Estoy más sólida para estar abierta a qué suceda. Me encantan los pequeños grandes gestos, no la alhaja. Hay mensajes muy lindos y halagadores por redes, pero soy de la vieja escuela, le dejo al caballero que despliegue lo suyo.
–¿Te gustaría casarte?
–La verdad, nunca nadie me propuso casamiento. Creo que nadie domina a nadie. El amor tiene que ser libre. La gente me dice que me ve distinta. En los últimos tiempos pasaron cosas que necesitaba poner en orden, y en eso el doctor ayudó muchísimo, puso luz.