La confrontación entre Andrea del Boca y Ricardo Biasotti aparentaba circunscribirse exclusivamente al típico contexto conflictuado que suele emerger cada vez que una pareja decide separarse. La división de bienes, la tenencia de los chicos, los horarios de visita, la cuota alimentaria… Son múltiples los factores que empiezan a influir cuando el amor se acaba y las discusiones dejan de obedecer a los típicos roces de la convivencia.
No hay dudas de que en este caso en particular, la situación es bastante más compleja de lo que parecía de antemano, ya que, luego de tantos años intercambiando acusaciones mutuamente en torno a la crianza de Anna Chiara, la hija que tuvieron en común y que él presuntamente desatendió desde pequeña, salió a la luz una denuncia de una gravedad mucho más extrema. ¿Cuál? Un supuesto abuso sexual que habría ejercido Biasotti sobre la propia Anna Chiara, quien salió a contarlo públicamente y por supuesto adelantó que próximamente radicará una presentación en la justicia.
La joven, que ya tiene 18 años, especificó que la situación, traumática y preocupante, se habría producido durante unos días en los que ella se encontraba en la casa de su padre. De acuerdo a sus afirmaciones, Biasotti la “tocó” cuando todavía era menor de edad. “Está todo en manos de mis abogados”, anticipó, para más tarde agregar que su progenitor “es una persona muy siniestra, capaz él buscaría acercarse a mí por alguna razón, para salir con la suya… No sé nada de él hace tanto tempo que no lo pienso, ya lo digerí. No creo que él pueda cambiar”.
Para la adolescente, el entorno afectivo es elemental en esta etapa tan delicada que le toca transitar: “Estoy apoyada en mi familia. Soy muy unida a mi mamá, tengo a mi abuela, que siempre viví con ella, es así, en el amor me apuntalo. Siempre mi familia me contuvo. Igual me quiero mucho, pero ahora estoy mucho más tranquila, me siento más zen”.
Se avecina una profundización de las diferencias en el triángulo que componen Andrea, Ana Chiara y Biasotti. La Justicia y el tiempo, como generalmente ocurre, tendrán la última palabra. ¡Dale play!
