Joaquinha Lerena de la Riva, más conocida como La Joqui, ayer preocupó a todos sus fanáticos. Tras confirmar que se aleja de los escenarios, se reveló que está sufriendo un estrés traumático, que no le permite trabajar en estos momentos y salió a la luz la triste historia de vida que carga.
La joven artista obtuvo una enorme popularidad gracias a El Noba, quien falleció el pasado 3 de junio por un accidente en moto. Dentro de la masiva repercusión que tuvieron sus canciones, ella pasó a liderar el género de cumbia urbana y a llenar boliches todas las noches.
Al no estar tan acostumbrada a convivir con esto, La Joqui, que hace sólo unos meses lanzó un éxito musical junto a Tini Stoessel, entendió que era momento de tomarse un descanso. Mientras analizaban esta noticia en Socios del Espectáculo, recordaron una entrevista que dio hace unos años y cómo Cazzu, otra enorme artista y su gran amiga, le salvó la vida.
“Yo la quiero un montón. Nos conocemos hace un montón de años. En un proceso muy complejo de mi vida ella me acompañó. Tenía una relación bastante nociva, pasada de violencia. Se habían pasado límites de los que no se vuelve. Nunca eso va en descendencia y ya era una situación irreversible", relató la cantante en una entrevista con el ciclo de podcast Caja Negra.
EL DESESPERANTE MOMENTO QUE VIVIÓ LA JOAQUI
Dentro de los detalles que contó, además de recordar su dramática etapa de vida con una fuerte adicción a las drogas, reveló que si no era por Cazzu ella no sabía cuál sería su situación en la actualidad. Huyendo de la violencia y todos sus fantasmas del pasado, logró salir adelante con la mayúscula ayuda que recibió.
“No estaba pudiendo lidiar ni salir de esa relación. No tenía celular, me había quedado sin redes sociales, había perdido mi carrera, tenía otra bebé, no tenía casa, no tenía trabajo, no tenía plata, No tenía ingresos”, describió La Joqui, a quien se la notaba consternada en su relato.
Teniendo sólo a su abuela como su persona de máxima confianza, decidió no acudir a ella ya que estaba atravesando por un cáncer y al poco tiempo terminó falleciendo. Y cuando todo creía que era oscuridad, la luz al final de camino fue Cazzu: “El único número que me sabía de memoria era el de mi abuela y el de Cazzu. Un día la llamé, y le dije 'me está pasando esto y esto. No tengo casa, no tengo a dónde ir. Creo que me voy a morir de tristeza'. Yo lo sentía así. Ella me pasó una dirección y me dijo ‘tenes este departamento. No necesito que me des plata ni nada. Me mandó comida y de todo”.