Un punto de la ciudad lleno de glamour, rodeado de un contexto de opulencia que actuó como epicentro para la afluencia de todo el universo del espectáculo. Los Martín Fierro regresaron con una fuerza poderosa, tras dos años sin gala por la irrupción de la pandemia.
Esta edición se caracterizó por diversos factores, como el aniversario de los setenta años de la activación de la televisión en el país, así como por los homenajes a grandes figuras como Mirtha Legrand y Susana Giménez, que se convirtieron en las estrellas de la noche con las conmemoraciones que les destinaron desde APTRA.
En sintonía con la dinámica tradicional, el evento también se focalizó en esa actividad algo banal de analizar los atuendos de los famosos. Un atención de una porción de la sociedad que maximizó la lupa en los looks seleccionados por las celebridades.
En ese contexto, Sol Pérez se destacó por su arriesgada propuesta, ese vestido brilloso en color verde esmeralda con el que resaltó muchos aspectos de su físico trabajado, totalmente torneado por la exigencia de un entrenamiento intenso y constante.
Algunas voces ponderaron que no se constituyó en una vestimenta acertada, como el caso del diseñador Benito Fernández que exclamó: "Me encanta el color pero mucha pierna y panza. Es un poco mucho". En tanto que la especialista Patricia Profumo aseveró: "Me hubiese gustado no tanto tajo".
Abordada por Socios del espectáculo, Sol se animó a compartir su opinión de estas críticas subjetivas, estas opiniones negativas para su elección y con toda honestidad bramó: “No se, te digo que si no nos quedamos siempre en el mismo vestido, todas iguales. Yo estoy chocha de por lo menos ser el vestido distinto, por lo menos el que tiene otra cosa. Me gusta”.
