Transitar los medios en diferentes etapas provee madurez. Empezar a curtirse de raíz en distintos ámbitos artísticos suma experiencia y permite dosificar energías, como una especie de aprendizaje para manejar incómodas puertas adentro del trabajo o bien frente a las preguntas de la prensa. Desde que saltó a la popularidad, Laurita Fernández (28) atravesó por diversos campos emocionales. Sus condiciones profesionales la llevaron a crecer de manera meteórica y a ser respetada y reconocida por sus pares, mientras su belleza la fue posicionando como una de las solteras más codiciadas del show.
Y precisamente lo relacionado con el plano sentimental fue lo que más dolores de cabeza le trajo, básicamente por haberse enamorado de hombres famosos, que en momentos de comenzar el noviazgo estaban en la cresta de la ola. ¿De quiénes hablamos? De los dos “Federicos”: Hoppe y Bal. En el caso del productor de Marcelo Tinelli, el vínculo no llegó a trascender demasiado. Si bien fue un secreto a voces, incluso reconocido por sus propios protagonistas, la bailarina estaba todavía dando sus primeros pasos y su figura no gozaba del conocimiento mayoritario por parte del público.
Diferente fue el escenario que contextualizó su historia de amor con Federico Bal. Primeramente fueron compañeros en el Bailando por un sueño, y la verdad es que se consagraron merecidamente, plasmando sobre la pista una armoniosa mezcla de talento por parte de Laurita y un acompañamiento entusiasta y dedicado de su pareja. Esa coronación afianzó los cimientos y luego de algunos meses de romance probaron la convivencia. Sí, se fueron a vivir juntos y a simple vista parecía que a los dos se les terminaba la soltería.
Sin embargo, con el transcurso del tiempo, la cosa se fue desgastando, aparecieron rumores de infidelidades y el castillo se vino abajo. Ambos surfeaban en la cresta de la ola y a lo mejor el trajinar con el periodismo o las luces influyó para generar un conjunto de presiones que no lograron manejar. Tras este distanciamiento, Federico y Laurita optaron por recluirse en sus afectos e intentar bajar el grado de exposición individual, aunque, claro, con la cantidad de medios que rodean al núcleo del espectáculo, lo consiguieron a medias.
Porque la bailarina siguió adelante con sus labores teatrales, y pese a que en principio deseaba relajarse y dejar de ser el blanco de los micrófonos, entre bambalinas conoció a Nicolás Cabré (39), otro de los que el periodismo busca constantemente por su proclividad neta a las aventuras amorosas. Concretamente, el flechazo se dio en Sugar, y desde entonces se mantuvieron juntos. Incluso, aprovechando el ruido que había generado la noticia del noviazgo, hubo productores que apostaron por armarles otra obra: Departamento de soltero.
En este caso la suerte les fue dispar, pues paralelamente a la buena concurrencia que concentraron, jamás pudieron ganarle a Una semana nada más, la obra encabezada por Nicolás Vázquez y su novia, Gimena Accardi, que lideró la taquilla todo el año. Pronto tendrán revancha: los espera Mar del Plata en el verano, donde todo es distinto y probablemente encuentren los resultados que no hallaron en la Avenida Corrientes.
Irán juntos, por supuesto, sabiendo que en la temporada otra vez los flashes y las luces serán dueños del lugar. Nada de qué asustarse, Laurita ya está curtida y aprendió como nadie las reglas del juego.