Hoy se tardan segundos. Nada. Es cuestión de acomodar el celu, sonreír y apretar el botoncito. Ni "Whiski" hace falta decir ahora. Pero antes, sacarse una foto era una ceremonia que podía llevar unos cuantos minutos de cuidado y esmero.
Primero, había que tener una cámara. Después, encontrar a alguien dispuesto a perder algo de tiempo en la tarea de capturar la imagen. Luego, acomodarse para la ocasión. También había que cuidar al extremo que la toma fuera exacta: los rollos tenían 24 o 36 fotos como mucho, y una postura incorrecta o un movimiento inoportuno podían, tranquilamente, arruinar todo ese laburo.
Para colmo, eso era algo que sólo se sabía al revelarse las fotos. Era a suerte y verdad. Miradas torcidas, ojos cerrados, pelos rebeldes y gestos raros provocaban, cada dos por tres, las caras de traste de la gente que salía de las "casas de fotografía", una de las tantas especies extinguidas al calor de la avalancha tech.
Aún aggiornado a los tiempos modernos -sale al aire desde su casa todas las noches, por ejemplo- Beto Casella guarda buenos recuerdos de aquellas épocas. Lo demostró en las últimas horas, cuando para celebrar el día del periodista subió a sus redes sociales una foto "vintage", como se le dice a todo lo que tenga que ver con tiempos ya pasados.
Era vendedor ambulante y parecía imposible llegar a algún lado, pero con imaginación y actitud todo se puede.
La imagen es sorprendente por donde se la mire. Antes que nada, porque es en blanco y negro. La escena transcurre en el oeste del gran Buenos Aires, donde Beto nació, vivió y pateó calles a lo loco. Es, para algunos, el personaje más famoso y querido que dio la localidad de Ramos Mejía. Al menos entre los hombres, porque las chicas pueden mostrar con orgullo a Araceli González, nada más y nada menos.
Otra sorpresa es la actividad que desarrollaba el conductor, consolidado como uno de los más importantes de la radio y la televisión argentinas: era vendedor ambulante. Un tercer hecho digno de asombro es el producto que ofrecía Casella: escobas. Y sí, señoras y señores: el mismo hombre que los hace divertirse, reír e informarse de mañana en Bien Levantado o de noche en Bendita tv, de purrete vendía escobas en la lleca.
La última "noticia" de la foto es la melena de Beto, que no ha perdido el pelo (no todo, porque obviamente tiene menos) ni tampoco las mañas, pero sí el color. Ahora está absolutamente canoso, y al menos en la imagen se lo ve con el pelo completamente azabache.
"Feliz día a todos mis colegas. Cuando éramos vendedores ambulantes, allá por la adolescencia, era muy difícil imaginar conseguirlo. Pero con imaginación y actitud, todo se puede. Feliz vida, amiguitas y amiguitos" rubricó Beto junto a la imagen, que en un puñado de horas ya tenía miles y miles de me gustas. ¡Qué tiempos aquellos! y qué tiempos estos.
