La alegría "total y completa" que mostró Camila desde su ingreso a la casa "se hizo humo" en poco más de una semana. Ese gesto feliz que se dibujó en su rostro apenas cruzó la puerta de entrada y la acompañó siempre se "esfumó" en 10 días al empezar a sentir "el síndrome de abstinencia" que le generó la ausencia del vicio que traía "del afuera": el cigarrillo. Hasta ese momento jovial y agradable, la rubia se puso nerviosa e irascible al punto de que terminó discutiendo con Thiago y, cuándo no, con Alfa, que se prende en todas las peleas habidas y por haber.
Camila perdió la sonrisa cuando le avisaron que en la próxima compra semanal, la única vía de aprovisionarse de alimentos, artículos de limpieza o higiene personal u otro tipo de elementos, no iban a poder comprar cigarrillos porque, si lo hacen, deberán dejar de lado algunos alimentos. La noticia no le cayó bien: al contrario, expresó sus sentimientos con una firmeza que no se le había visto hasta ese momento.
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Con cara seria y el tono enérgico expresó que no estaba de acuerdo con la medida y hasta propuso alternativas para no quedarse sin "faso", pero no hubo caso. Sistemáticamente sus compañeros le manifestaron que no iban a comprar para dejar de conseguir comidas que sí es algo que deben consumir todos los habitantes de la Casa más famosa del país.
"No, chicos, no. Yo fumo y necesito fumar. Ya estoy con mucha ansiedad y me está costando manejarlo. ¡No doy más! Necesito un cigarrillo, compren un paquete que vale 500 pesos, tampoco es que voy a desequilibrar el presupuesto", gritó Camila totalmente sacada y fuera de si presa del "bajón" que les da a todos cuando no pueden concretar su "vicio".
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"La prioridad es la comida. No vamos a comprar cigarrillos porque comer, comenos todos, pero fumar hay seguidores pero no son todos. Hay que aguantársela, che" le contestaron con el mismo énfasis. Como ella siguió con su discurso quejoso y su reclamo por la falta de "puchos", ahí le dijeron que "vos entraste voluntariamente a Gran Hermano, sabías que esto podía suceder. Esto es como que te quejes porque no podés ir a un parque, a un cine o a comer afuera. Y no, si entras a Gran Hermano por tu voluntad, está claro que estás son cosas que pasan. No hay mucho derecho a la queja".
Desesperada, Camila pensó ideas que le permitieran entrar en contacto con los cigarros sin perjudicar al resto. Entonces tiró una que le pareció interesante: "Lo que puedo hacer es que compren menos pan. Yo no como pan esta semana. ada, ni lo pruebo. Pero a cambio me compran un paquete de cigarrillos. Yo soy fumadora, chicos. Y ya estoy entrando en un nivel de ansiedad importante. ¡No puedo más, che!", pero su petición reicibió, una vez más, respuesta negativa. Y aunque siguió insistiendo, le volvieron a decir que no. ¡¡Que no se ponga "infumable"!!
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