Nicolás Caig, popularmente conocido como Cayetano en el mundo del espectáculo y el periodismo, habló a corazón abierto sobre cuánto padeció su adicción al juego y hasta qué situación lo llevó la ludopatía que le tocó enfrentar.
Admitir los problemas que uno tiene, tratarlos y luego exponerlos públicamente, no es nada fácil. Pero Cayeta pudo salir y hoy es un ejemplo de cómo con la contención adecuada y dejándose ayudar se puede salir adelante.
Y una forma de concientizar es contando el lado negativo y oscuro que tiene en este caso el juego. Las apuestas y el estar constantemente perdiendo dinero, llevan a una persona a lugares oscuros y que jamás se imaginó vivir.
"Fue in crescendo. Lo que al principio me parecía divertido y era jugar con los amigos o ir al casino cada tanto, con el tiempo fue transformándose en algo que hacía cada vez más seguido y en un momento, todos los días", comenzó diciendo el periodista.
Hablando en DDM, el Diario de Mariana y a donde trabaja su hermana Cayetina, fue muy sincero respecto a esta situación. De hecho, hoy en día trata de manejar sus enojos por ese momento de su vida que lo marcó para siempre.
EL DURO MOMENTO QUE ATRAVESÓ CAYETANO
"Empecé a jugar de chico al Blackjack con amigos. De estar en un almuerzo con mi pareja en aquel momento, iba al baño a apostar y volvía a ver cómo iba el partido. O miraba celular para ver el resultado. Aposté cifras que me dolían mucho. Casi que perdés el interés, te importa que el resultado se dé. Tu pareja no tiene idea de lo que está pasando por tu pareja", explicó Cayetano.
Entre las anécdotas que contó, también reveló que solía encontrarse mucho con Gerardo Sofovich: “Jugaba para jugar, no para ganar. A Gerardo me lo crucé más en el casino que en la tele. Me quedé solo mirándolo, jugaba muy fuerte".
En medio de su relato dramático, le confesó a Mariana Fabbiani cuándo fue el momento en que sintió que tocó fondo: "Cuando perdí muchísima plata, no tenía cómo pagarla y ahí hablé con mi mamá, mi papá y mis hermanas, que me bancaron y me ayudaron mucho y tomamos la decisión de vender el departamento para afrontar esa deuda. Sigo enojado conmigo mismo”.