Las interrelaciones personales mutan, se modifican, crecen o involucionan en el interior de Gran Hermano. El encierro voluntario trastoca todo el entramado de los vínculos de los participantes. Así, Nacho se revitalizó con la vuelta de La Tora y por eso Julieta lo arrinconó para saber si se besaron.
El retorno de Lucila trajo aires frescos a la dinámica, merced a que Juliana sufrió la expulsión automática por su incontinencia verbal sobre datos que recopiló en el exterior. La blonda aprovechó ese espacio, ese hueco y reingresó al reality.
Nacho y La Tora siempre vibraron alto, a partir de una química que los unió, aunque nunca alcanzó un grado de concreción absoluta. Por eso, la de Berazategui avisó que desea avanzar con el joven, que en este retorno anhela darle rienda suelta a la intimidad.
Todo esto puso en alerta a todos los participantes y sobre todo a Julieta, quien profesa una linda amistad con el rubio, por eso lo increpó a que le contara la verdad, toda la verdad de lo que sucedió con Lucila. Esa situación aconteció en el baño.
“Me tengo que enterar por alguien que no es mi amigo. No mientas”, le soltó Poggio. Nacho gambeteó: “Lo que preguntaste no”. Por eso, Julieta redobló con información ya certificada: “Me dijo que sí. ¿Chapaste?”. Ante lo cual el blondo respondió: “No, no chapé”.
Ante la confusa descripción, la modelo volvió a preguntar: “¿Le diste un beso? ¿de lengua? ¿Nada de nada?”. Así, Nacho terminó por confesar: “Sí, le di un beso”. Para cerrar, y mientras Romina escuchaba todo, Disney esbozó: “Ay Dios, cómo me tengo que enterar las cosas”.