Llena de desbordes emocionales y carente de medias tintas y equilibrios, Argentina es un país que hizo de las rivalidades eternas un modo de vida. Con las personas sucede absoluta y completamente lo mismo. Si no, veamos lo que pasa en la farándula.
Nicole Neumann y Poroto Cubero hacen y deshacen para que el otro se entere y se retuerza de dolor y fastidio. ¿Y Wanda Nara y Maxi López? Basta que uno haga o diga algo para que el otro salte como leche hervida. Ni hablar de la Luciana Salazar y Martín Redrado. Todo el tiempo dando vueltas sobre lo mismo: que se quieren, que se ayudan, que se odian, que se maldicen, que no se pueden ver.
Los que van por el mismo camino son Cinthia Fernández y Martín Baclini. El año pasado irrumpieron como una parejita dulce, alegre y enamorada, pero con el correr de los meses y al calor de su participación en el Bailando por un sueño, aquella fachada de felicidad se fue desdibujando hasta transformarse, luego de la inevitable separación, en la grotesca mueca de desdicha y odio que es hoy.
"Sí, pagó el call center, y yo fui cómplice. Además, contrató al guionista de Polémica en el bar para que le dijera qué decir en las previas. Que me deje de romper las pelotas y viva sus últimos cinco minutos de fama", dijo Cinthia.
En estos días de cuarentena y encierro obligatorio, Cinthia está con sus tres nenas. Baclini, por su parte, está con su familia pero sin ver a su flamante noviecita, la modelo Agustina Agazzani. El inicio de esa relación -cuando Cinthia todavía decía “amar” al empresario rosarino- y sobre todo la confirmación de que ambos formarán parte de la edición 2020 del Bailando fueron los puntos de inflexión y quiebre definitivo: lo que eran flores se transformó en espinas y lo que fue amor se volvió guerra.
Ya no queda ni el más mínimo respeto entre ellos, pues llegaron al punto de acusarse de “robar cámara”, “pagar un call center para ganar votaciones” y “contratar guionistas para que le mejoren la imagen” en el caso de Cinthia contra él, y de “vivir de lo ajeno” y “ser una infumable” en el de Baclini hacia ella.
“Me tomó de pelotuda este ridículo y poco hombre. Miente todo el tiempo. No me dejaba postear fotos, es un machirulo. Cuando bailamos juntos pagó un call center para ganar una votación. Sí, pagó, y yo fui cómplice. Además, contrató al guionista de Polémica en el bar para que le dijera qué decir en las previas. Que me deje de romper las pelotas y viva sus últimos cinco minutos de fama; la gente le va a pegar la patada en el orto que se merece el cholulo este”, dijo ella, que cuando quiere ser directa no se anda con vueltas.
“Es una vividora. ¿Ven lo que es? Es una intensa que se pone infumable”, le respondió él. Y así seguiremos, contando capítulos. Como la Argentina misma, qué joder…