Wanda Nara, siempre Wanda Nara. Todo, pero absolutamente todo lo que rodee a la influencer genera atracción, así como diatribas, porque su cotidianidad extravagante, cargada de lujos, provoca un sinfín de reacciones en el público.
La mediática sigue en el centro de atención, un interés que se maximizó con el protagonismo del escándalo más estridente del año, ese que se coció alrededor de la infidelidad revelada de su marido Mauro Icardi con la China Suárez. Todavía resuena en el aire los detalles de esa relación clandestina, que se consumó en una noche de hotel en París.
Ahora, el foco se direccionó a su aterrizaje a Argentina, ya que Wanda viajó a estas tierras para tomar posesión de la mansión en Nordelta que le entregó Maxi López a cambio de deudas millonarias por la falta de cumplimiento en las cuotas alimentarias por los tres hijos en común.
Nara no demoró ni un segundo en asentarse en esta casona y hacerla suya. Así el fin de semana aprovechó el tiempo soleado para armarle un festejo a Constantino, su hijo, por su cumpleaños. De esta manera se viralizaron las imágenes de esa celebración.
Eso permitió tomar dimensión del jardín imponente de la propiedad de Nordelta, con la que se convirtió en vecina de Pampita. El espacio exterior de esta casona brilla por un tamaño sideral, con decenas de metros floridos en césped, árboles y plantas.
Con las innumerables fotos que posteó Wanda del cumpleaños de su pequeño se percibe la imponente piscina, que se erige en el gran corazón del jardín y que se enmarca en un diseño impecable porque no se trata de apenas un rectángulo, sino que zigzaguea en torno a la línea de la casa.
La influencer disfruta de las comodidades de esta mansión, que posee más de 1800 metros cuadrados, una cotización superior a los dos millones de dólares, tres pisos, más de siete ambientes, cinco baños, un cine, una sala de juegos y una terraza interminable.