Lali Espósito siempre acude a la espontaneidad como rasgo principal de su hermosa personalidad. Por eso elude los misterios y los rodeos, no juega ese papel de cerrarse y ocultar cuestiones de su vida personal.
En ese sentido, la mega figura internacional reconoció que está caminando a la par de David Victori, el director de cine español que la conquistó. Claro que la cantante anticipó que no se trata de una relación formal, sino que el deseo de ambos los atrae.
Así, con ese lazo invisible, pero poderoso, el hombre se cruzó el océano y aterrizó en Argentina para disfrutar de un periodo de encuentro con Lali. De esta manera, Espósito le abrió las puertas de su casona en un country en zona norte, el mismo en el que residen Benja Vicuña y la China Suárez.
David y Lali pululan en las bondades de esta propiedad inmensa, que se caracteriza por la amplitud de los ambientes y la conexión con el enorme parque, en el que brilla una piscina maravillosa. De hecho, la actriz ha mostrado en varios de sus interacciones en redes sociales rincones de su nido.
En la planta baja se destaca un living precioso, con colores muy cálidos y sillones mullidos, que se vinculan con el jardín a través de ventanales gigantescos. En ese espacio también luce un mueble enorme con el televisor, pero sobre todo con los cientos de premios que ganó en su carrera como Martín Fierro, los MTV, un Gardel, y el de Viña del Mar.
En la planta alta, Lali se armó un espacio muy considerable para desarrollar su faceta musical, ahí se encuentran muchas guitarras, equipos de sonido y computadoras. Muy cerquita aparece un vestidor, de unas dimensiones siderales.
Los zapatos cobran un papel preponderante en la vida de Espósito, por lo cual tiene instalados estanterías que ocupan paredes enteras con una gama muy variada de calzado, de todo tipo, color, textura. Una pasión que acompaña a la actriz.
En esa propiedad bellísima, cálida, con toques de frescura y libertad, viven estos días Lali y David, ese español que la atrapó y con el que se da rienda suelta a disfrutar de las mieles del romance. Claro que sin rótulos, pero sí con el motor de la pasión.