Pocos meses atrás, cuando la separación de Laurita Fernández y Nicolás Cabré parecía no tener retorno, la duda se dirigió a lo monetario. Con el vínculo sentimental cerrado, faltaba definir qué harían con la propiedad que compraron en el glamoroso barrio cerrado Haras Del Pilar La Pradera, en el norte del conurbano.
La casona era parte de un proyecto que incluía casamiento, hijos y una familia ensamblada con Rufina, la hija que el actor tiene con la China Suárez. La habían elegido poco antes de irse de temporada a Mar del Plata y hasta habían llegado a escriturarla con el cincuenta por ciento para cada uno. Estaba valuada en 350.000 dólares pero la pagaron diez mil menos a consecuencia de una negociación.
El verano encontró a la por entonces pareja haciendo teatro en Mar Del Plata y, al regreso de la temporada, empezaron la planificación prevista: remodelarla, a su gusto y consideración.
La casona en la zona de Pilar estaba valuada en 350.000 dólares, pero la pagaron menos. Todavía no la venderán ni alquilarán.
Laurita y Nicolás soñaban con ambientes abiertos para que estén siempre comunicados y a la vista uno del otro, con amplios vestidores . "Y no sólo por ella sino porque él también tiene ropa en cantidad", dijo alguien que los conoce. Pero más allá de las diferencias que se instalaron entre ellos, la cuarentena frenó la remodelación de las habitaciones gigantes que querían para ellos y la niña.
La obra quedó varada por el Covid 19 pero los ex novios no la pusieron en venta. Por el contrario y a pesar del distanciamiento entre ellos, decidieron mantener el capital y mantenerlo, mientras tanto. Mes a mes, pagan cerca de 19.000 pesos de expensas y procuran mantener lo que supieron lograr juntos.
Y ese es el gran motivo por el que el último fin de semana, ya con las aguas más calmas entre ellos y una muy posible reconciliación, que volvieron a verse y se los vio camino por el lujoso predio.
La conductora del Cantando 2020 y el galán se acercaron hasta el lugar -él tiene una casa en el mismo barrio privado– con el fin de limpiar y mantener la propieda. La "repasadita" también habría alcanzado a la relación.
A la obra, que todavía le falta bastante para ser terminada y aguarda una decisión sobre una posible segunda vuelta para la pareja, le hicieron trabajos juntos: bordadora en mano, Cabré se encargó de cortar el pasto, y la bailarina de limpiar, mientras aprovecharon para charlar y limar asperezas.
La casona está escriturada al cincuenta por ciento para cada uno y pagan 19.000 pesos mensuales de expensas
Quizá en los próximos meses, cuando la remodelación se haya podido terminar, los encuentre viviendo bajo el mismo techo y disfrutando de un hogar acompañado por un imponente marco de naturaleza y lejos del bullicio de la ciudad.