Ya no la rodea el glamour de la ciudad de la luces, de ese ícono europeo de la moda y la gastronomía. Wanda Nara no disfruta más de París, ahora su cotidianidad viró a una urbe más cosmopolita y desordena como Estambul, en Turquía, tras el préstamo forzado de Mauro Icardi a esa liga.
La decisión del PSG de prescindir de los servicios del delantero obligaron a buscar nuevos rumbos, dentro de una oferta escasa, el futbolista decantó por aceptar la propuesta del Galatasaray, en un torneo de segundo o tercer escalón en Europa.
De ese modo, la influencer modificó su estatus, su nivel de vida, ya no reside en una mansión con una piscina cubierta de tamaño kilométrico, ni puede sacarse fotos diariamente con la Torre Eiffel. Hace unos días apenas, que Icardi fue presentado en la nueva institución.
Luego de la conferencia de prensa, en la que Mauro cayó en las garras de un video en el que se lo ve mirando con mucho interés a otra mujer, Nara arreó a sus cinco hijos para aprovechar que están de vacaciones obligadas, hasta que le encuentren instituciones educativas en Turquía.
De ese modo, fiel a su idiosincrasia de armar un reality de cada movimiento, Wanda registró todos los movimientos de ella y sus trouppe por diferentes atractivos turísticos de la ciudad turca. De ese modo, absolutamente todo lo subió a su perfil de Instagram, su vehículo hacia la monetización de contenidos y publicidades.
En las diferentes stories que posteó Wanda se puede percibir que se perdieron en la inmensidad del Gran Bazar, ese mercado mítico, así como se sentaron a probar una comida local diferente diametralmente a la francesa e incluso se acercaron a una playa del mar Bósforo. Un paseo con seguridad privada y movilidad propia en una camioneta gigante y polarizado.
