El comunicado de la Asociación Argentina de Actores anunciando la muerte de Daniel Fanego causó conmoción, provocó un inmenso dolor y tomó por sorpresa a buena parte del ambiente y a toda la sociedad, pero no a aquellos que eran cercanos al artista, quien transitaba hacía tiempo una enfermedad.
Fanego, dueño de una carrera profesional notable pero sobre todo un compañero muy respetado y una persona muy querida tanto por aquellos que admiraron su trabajo como por quienes tuvieron la posibilidad de compartir con él ámbitos laborales, falleció ayer a los 69 años, según pudo saberse, después de librar una dura batalla contra una grave dolencia.
El actor no estaba internado. Se encontraba, de acuerdo a lo que trascendió extraoficialmente, en el seno de su hogar y acompañado por quienes conformaban su círculo íntimo. Ellos decidieron acompañarlo hasta el último minuto de su vida. No querían dejarlo sólo. No se lo merecía.
"Con gran tristeza despedimos a nuestro afiliado y ex dirigente del sindicato, el actor y director Daniel Fanego. Con amplia experiencia en teatro, televisión y cine, fue uno de los actores más queridos y premiados de su generación" publicó la entidad gremial que representa a los actores cerca de las nueve de la noche de ayer, generando una profunda sensación de angustia y tristeza tanto en el público como en la colonia artística.
DANIEL FANEGO, UN ACTOR QUERIDO Y RECONOCIDO POR SU TALENTO Y SUS CONVICCIONES
Fanego era un luchador incansable, un hombre con temple de acero y las convicciones y las creencias firmes. No hacía alarde de su trabajo, simplemente lo llevaba a cabo y de las palabras pasaba a los hechos. Eso, sin duda alguna, le valió el respeto tanto de sus colegas como también de los espectadores. Era un actor querido, y con eso le alcanzaba. No necesitaba "la tapa de las revistas" para sentirse satisfecho.
Cada vez que le tocó recibir un premio y dar un discurso dio acabadas muestras del compromiso que tenía con el laburo y con la vida: siempre pidió trabajo para todos, plena producción de la ficción nacional y salarios dignos para todos los trabajadores, desde el primero hasta el último. Fanego también era un hombre simpático, encantador, piola, compinche, galan y galante, y por qué no bravo cuando debía serlo. Por eso se va de gira siendo tan querido y admirado.