Como son los días de Nico Occhiato en Villa Luzuriaga, su barrio de toda la vida – Revista Paparazzi

Como son los días de Nico Occhiato en Villa Luzuriaga, su barrio de toda la vida

Recientemente consagrado en el Súper Bailando, el conductor se alejó del ruido y regresó a Villa Luzuriaga, su hogar familiar.
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Fue jugador de fútbol en inferiores de la AFA, manejó un camión repartiendo pan y trabajó para un corralón familiar. Tal vez muchos se queden con la imagen de Nicolás Occhiato (27) con los brazos en alto para celebrar su consagración en la última edición del Súper Bailando, pero en realidad a ese ferviente festejo lo antecede una historia de vida que explica claramente lo que realmente significa “hacerse de abajo”.

Una cualidad que lo diferenció de la mayoría de los participantes que desembarcaron en el certamen, pues no todos los que salieron este año a la pista habrán tenido el privilegio (sí, el privilegio) de caminar la calle para ganarse el pan. Una experiencia que, sin dudas, juega un papel decisivo a la hora de valorar cada logro que se consigue en el futuro, aunque a veces un tanto riesgosa para los más frágiles, esos que de pronto se marean y pierden la humildad rápidamente.

A los 27 años, que acaba de cumplir el 25 de diciembre, Nicolás pasó de ser el adolescente rebelde que dejó la secundaria para dedicarse a la pelota a verse retratado en las tapas de las revistas y dando reportajes en los canales de televisión. Ni hablar de su presencia en las redes sociales, donde pisa fuerte desde hace rato. Sin embargo, pese al ruido que provocó su coronación en el reality, le cuesta terminar de despegarse de su perfil, bajo y familiero.

Por esa razón más de un vecino de Villa Luzuriaga, la localidad de La Matanza que lo vio crecer y en donde continúan afincados sus afectos, se sorprendió cuando lo vio cargando bolsas de supermercado, dispuesto a pasar tanto su cumple como la Nochebuena con sus abuelos y sus padres.

Los propios moradores del lugar, que lo conocen desde pequeño, cuando andaba en bicicleta por la calle o jugaba a las escondidas con sus amigos, pero que principalmente fueron testigos de su esfuerzo para sustentarse en distintas tareas, fueron los que se acercaron a saludarlo pese a la curiosidad que les despertó verlo por el lugar. Seguramente imaginaron que el título obtenido en “lo de Tinelli” modificaría su mirada con respecto a sus comienzos y, directamente, lo alejaría definitivamente del barrio.

Nada del otro mundo, pues sucede con el 90 por ciento de los que popularmente llegan alto como él. Esta fue la excepción. Secundado por su “famosa” abuela Consuelo y el resto de su círculo más cercano, Nico regresó a Luzuriaga y no solamente invirtió sus energías en sumarse a la logística de la organización de la mesa navideña y cumpleañera.

También aprovechó para compartir un picadito con los amigos de la infancia, sacarse fotos con los particulares que lo reconocían en la vía pública y reafirmar los lazos con mucha gente que últimamente lo veía únicamente por televisión. Si bien en el Súper Bailando Nico encontró un premio económico y un volumen de fama incalculable, gracias a su performance con Flor Jazmín Peña, su compañera de baile, su manera de ver las cosas fue más fuerte. Posiblemente como resultado de las enseñanzas que le dejó haberse visto obligado a agarrar un volante para la salud de sus bolsillos y la tranquilidad de sus padres, que habían sido muy directos con él: “O estudiás o trabajás”.

Hasta que llegó el casting de Combate, que le terminó abriendo las puertas de la gloria… y también del amor, pues en el programa juvenil de Canal 9 se enamoró de Flor Vigna, justamente su rival en la finalísima del Súper Bailando. Cosas del destino, situaciones incomparables que solamente consiguen vivir los que palparon desde adentro la carencia. Los privilegiados, esos que se hicieron bien de abajo.

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