Fachero, hombre de familia que se desvive por sus hijos, galán empedernido. Todo eso define a Benjamín Vicuña, el chileno que se hizo un lugar en la farándula argentina desde que cruzó la cordillera de los Andes cuando empezó, allá a lo lejos y hace tiempo, su relación con Pampita.
Pero, además, se sabe que Vicuña es un “chico bien”, que nació en una familia donde nada faltó nunca sino todo lo contrario. Esa seguridad económica de base le permitió a Vicuña avanzar con confianza en su carrera artística, en la que pronto se volvió muy requerido y logró amasar su propia fortuna.
Y si trabajo nunca le falta al Benja, que ahora está en Mendoza filmando con Laurita Fernández, lo llamativo es que, a pesar de haber atravesado dos separaciones, de la modelo y de la China Suárez, a quienes les pasa abultadas sumas de dinero en concepto de cuota alimentaria de sus cinco hijos, su patrimonio se mantiene intacto.
El actor de El primero de nosotros paga el alquiler en dólares de un súper lujoso departamento en la zona más exclusiva y cara de Buenos Aires, se la pasa viajando y nada parece hacer mella en sus finanzas.
Ni siquiera, tal vez, la casona que compró en Pilar para empezar desde cero con la China y que, tras la ruptura, quedó para ella y sus hijos, Magnolia y Amancio. ¿Cómo hace para salir siempre bien parado? La respuesta está en una “regla de oro”, un consejo legal que, dicen, sigue desde muy joven para conservar su fortuna.
El secreto de Benjamín, tal como informaron en La Pavada de Diario Crónica, es que nunca se casó ni lo va a hacer. “La estrategia de los Vicuña para proteger el patrimonio familiar y todos sus bienes materiales es haberle pedido al artista que no se case legalmente con sus parejas, razón por la que nunca formalizó tanto con Pampita como con la China”, aseguran.
Ahora, que está muy de novio con Eli Sulichin, que también proviene de una familia adinerada, ¿cambiará el actor su fórmula imbatible?
