El jueves 31 de agosto, Silvina Luna finalmente fue desconectada de los aparatos que la mantenían con vida y murió. Rodeada de sus amigas del alma y de su hermano Ezequiel, su ángel de la guarda durante los últimos años de padecimientos de salud, tras la mala praxis de Aníbal Lotocki.
Entre mantras, rezos y mucho amor, Silvina dejó este plano luego de una lucha que duró 79 días. Más de dos meses internada en el Hospital Italiano donde, en sus momentos de lucidez, habló y se comunicó, se mostró aferrada a la vida, dándolo todo. Hasta que no pudo más y pidió “trascender”.
Así lo contó Analía Reina, una de sus amigas, en A la Barbarossa. “Las últimas horas fueron terribles. Ver su agonía, su sufrimiento, su dolor. En los momentos que tenía de lucidez, verse en un cuerpo que no le funcionaba… Era la desesperación de no poder avanzar, para poder salir de ahí, fue tremendo. No se lo deseo a nadie”, dijo.
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Muy angustiada, Analía siguió: “Fue una luchadora hasta el último momento. Lo dio todo. Ella nos miraba y nos decía ‘la tengo difícil’. Pero seguía pidiendo por favor que la ayudemos a hacer ejercicios para poder levantarse”.
LAS ÚLTIMAS PALABRAS DE SILVINA LUNA
La amiga de Silvina contó que quería irse a su casa: “Su objetivo era salir de ahí, quería vivir, hasta los últimos días que se dio cuenta de que no podía más y lloraba”. “Pensaba en todo y me llegó a decir que quería trascender, que no aguantaba más estar en ese cuerpo enfermo. Acompañarla en eso fue un dolor inmenso”, señaló.
Luego, Analía explicó que, si bien no llegaron a hablar con Silvina de lo que la esperaría “del otro lado”, contó lo que le dijo para alentarla. “Le dije que su mente se iba a expandir, que ella había estudiado coach, que tenía un montón de herramientas para sobrellevar ese momento”, recordó.
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“Y ella me decía ‘tenés razón’. Cualquier cosa era mejor que estar postrada en una cama, mientras todos hacían su vida”, añadió la amiga, quebrada por el calvario que atravesó Luna a raíz de operarse con Lotocki.
En tanto, Ana definió a Ezequiel como “su ángel”: “El amor con el que la trató todo el tiempo, con el cariño que la manejaba, que la acomodaba, que le daba de comer, las palabras de aliento, la fuerza que le ponía, es admirable”.
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