Los antecedentes dicen que realizó diversos papeles en ficciones televisivas en horarios centrales (Ciega a citas, Somos familia, Amar después de amar…) y que filmó numerosas películas, pero la popularidad recién ahora decidió abrirle definitivamente las puertas a Hernán Jiménez (50). Porque a juzgar por el reconocimiento de la gente en la calle, ni siquiera haber sido telonero de David Bowie en los años '80 le trajo aparejada la fama que adquirió en los últimos meses gracias a... ¡un comercial de analgésicos!
Ex trompetista, papá de tres hijos y fan del asado, Curly es el compañero que el laboratorio eligió para compartir las propagandas con Adrián Suar y “salvar del dolor” al empresario con una pastilla que siempre tiene a mano.
“Nosotros los actores vamos buscando el mango donde esté. Y los comerciales son un lugar en el que muchas veces está la posibilidad de encontrarlo. Hubo un casting, fui, pasé varias etapas y quedé. Seguramente hice lo que querían. Les gusté, evidentemente. Nunca me dijeron que la publicidad iba a ser con Suar. Fue realmente muy placentero trabajar con él. Tenemos buena onda para laburar. Ya llevamos varios comerciales juntos. Hay gente que no sabe o no recuerda mi nombre y me saluda al grito de ‘¿Tafirol, todo bien?’. Es hermoso y a la vez increíble”, contó el actor, que tuvo sus inicios como músico y luego viró hacia la actuación, pero sin despegarse jamás del ámbito publicitario.
“¿Cómo estoy llevando la cuarentena? En casa, como todo el mundo. Vivo con mi mujer y mis tres hijos y soy el que sale a hacer las compras. Estoy trabajando más ahora, más cansado que en la actividad normal. La verdad que es tremendo lo que está pasando y en lo laboral veo que hay mucha incertidumbre. Cocinamos mucho, budines, asado… Se come bastante en este aislamiento”, dice Hernán, consciente también de lo que podría depararle la balanza una vez que todo vuelva a la normalidad.
“Siempre fui robusto, con tendencia a engordar. Tengo un blog que llama Buenos, matones y payasos que un poco son los personajes que generalmente hago. Lo vamos llevando como podemos. En 2018 bajé treinta kilos con una dieta que me ayudó a comer más ordenado porque estaba desbordadísimo con el peso. Después recuperé un poco, pero por suerte tengo un laburo en el que a veces se puede entrar por lo físico y a veces no”, agrega.
Precisamente, Curly elogió el cambio cultural que les dio a las personas con sobrepeso otro tipo de aceptación y hasta bromeó con “ser el nuevo galán XXL” en un futuro no muy lejano.
“El gordo es gordo, siempre fue así. Pero creo que todo tiene más que ver con un tema social que con el lugar que les pueden dar en la tele, el teatro o donde sea. Hoy tenés una frenada en la calle con otro auto y si te quiere putear lo primero que te dice es ‘gordo’ y la palabra que sigue es ‘puto’. El insulto es ese, aunque no sé qué reafirma más, si es más puto porque es gordo o si es más gordo porque es puto. A medida que la aceptación y la inclusión se vayan abriendo van ir apareciendo otros canales", afirma.
"Si pensamos, no creo que haya algún otro gordo como Jorge Porcel. Con los gays pasaba lo mismo, se reían y hoy ya eso no pasa. La obesidad es una enfermedad y los gordos no tienen lugar en la tele, no tienen pareja, no cogen… ¡no hacen nada! Sólo pueden ser graciosos, torpes o malos. Es muy difícil que una historia sea llevada adelante por un gordo", cree.
"De mi generación, en el medio, los gordos que nos cruzamos en los castings somos siempre los mismos… Va por ahí. Estamos lejos de que un gordo sea el nuevo galán, ya sea rubio, morocho o lo que sea. Por eso te decía: me encantaría el día de mañana ser yo el primer galán talla XXL de Argentina”, cierra.
