El domingo 29, cuatro días después de la muerte de Diego, Dalma Maradona (33) sintió la necesidad de ir a la Bombonera. Se instaló en el palco de su papá y allí recibió un cálido homenaje por parte de los dirigentes del club, de los hinchas y de los jugadores. Ella lloró. Lloró desconsolada-mente. Es que hacía apenas unos días perdía a su papá.
A su papá, no al ídolo, no al genio del fútbol, no al barrilete cósmico. Ella ya había hecho esa diferencia en 2012, cuando publicó el libro autobiográfico La hija de Dios, no es el Diego, es mi papá, que después llevó al teatro.
En aquella publicación realizada por la escritora Erika Halvorsen, la hija mayor que Diego tuvo con Claudia Villafañe revela algunas de las anécdotas vividas con el exfutbolista, emblema del deporte argentino. Una de aquellas fue la ocurrencia de Diego cuando Dalma cumplió 12 años y decidió regalarle un auto 0 kilómetro.
Al ver el auto estacionado en la vereda ella recuerda que atinó a decir: “Papá, no sé manejar”, retrucó Diego. “Papá, mis amigos también tienen 12 años...”, insistió la muchacha que por entonces era una adolescente.
En la publicación recuerda también que sólo una vez su padre la mandó en penitencia: le indicó que fuera al baño y no saliera de allí. Más tarde fue Claudia quien aseguró que Diego lloraba más que Dalma por el reto.
Y dos días después del fallecimiento de Diego, Dalma Maradona compartió con sus seguidores de Instagram una tierna foto en la que se la ve adornando las medias deportivas de su papá con unas margaritas, mientras él la mira muy concentrado sentado sobre la pelota.
Aquella foto es la que ilustra la portada del libro. Allí Dalma escribió: “En 1992 mi papá dijo: ‘Si me muero quiero volver a nacer y quiero ser Diego Armando Maradona, un jugador de fútbol que le dio alegrías a la gente y con eso me basta y me sobra’. Yo, si me muero, quiero volver a nacer y quiero volver a ser hija de Diego Armando Maradona. Que no es Dios, es mi papá”.