Hay decisiones que marcan la vida de las personas, que significan, sin duda, un antes y un después en hombres y mujeres. Que no se definen en un abrir y cerrar de ojos sino que llevan su tiempo de reflexión, planteo y replanteo. Sobre todo si se trata de una responsabilidad tan grande como significa un hijo, aquellos que llegan para cambiar todo. Daniel Ambrosino (50) atraviesa esa etapa crucial, genuina y significativa. Querido por colegas y por todo el ambiente artístico, el integrante de Intrusos en el espectáculo (todas las tardes de América) decidió concretar su sueño de la paternidad a través de la adopción. “Estoy en una etapa muy tranquila, establecida en lo laboral.
Diecinueve años de Intrusos me dan una tranquilidad dentro de lo que es el medio. También, el tema de hacer radio me da un espacio donde tengo mucha libertad para jugar, hacer entrevistas más largas sin el tiempo tan tirano como es el televisivo. El año pasado fue un buen año y este lo está siendo también para el programa. Jorge Rial está angelado nuevamente. El programa fluye, es dinámico, cada cual tiene su personaje muy bien delineado, armado. Nos llevamos todos bien, que eso es bueno, más allá de que puede haber alguna rispidez siempre, en algún momento. Tenemos la suerte de poder hablarlo entre nosotros y siempre con la mejor onda. Es un equipo muy establecido tanto en el aire como en la producción, donde nos conocemos hace tantísimos años. La simbiosis que hay en Intrusos hace que se siga manteniendo la mística, y eso tiene que ver con Jorge, que es la cabeza del equipo. Y me siento muy querido, respetado por los colegas, que eso es muy bueno. No muchas veces se puede conseguir eso también”.
–Arrancaste la década de los cincuenta años, ¿cómo te encuentra en la vida?
–La verdad es que me siento mucho más maduro. Las etapas que quería cumplir, las cumplí. Las locuras que tenía que hacer, las hice. No me privé de hacer nada por el hecho de ser una persona conocida. Salí con mis amigos, hice recorridas, salí a bailar, descontrolé lo que tenía que descontrolar. Y ahora llegó un momento desde hace, por lo menos, un año, un año y pico, que siento que llegó la etapa de sentar cabeza, de emprender otras cosas en la vida, de estar más establecido. El cambio de década hace que uno vaya proyectando hacia otras cosas, en qué pienso dejar en la vida, buceando en el interior y viendo para qué lado voy.
–Y ese bucear, ¿qué incluiría?
–Uno en la vida transciende más allá de lo laboral cuando deja una herencia, una semilla plantada en este mundo. Cuando parte de uno se ve reflejado en otra persona. Yo lo pienso desde el lado de un hijo. No me surge por el hecho de tener un hijo con alguien sino me nace desde la idea de adoptar. Y es algo que vengo pensando hace un tiempo. En algún momento tuve la idea y después quedó la ilusión dormida. Y, en el último año, se despertaron esas ganas de dar amor. En mayo se cumplen doce años de la muerte de mi papá. Había perdido a mi mamá un tiempo antes y, por cualquier cosa, el refugio era mi papá. Cualquier cosa que me pasaba, si estaba triste, si me sentía solo, si tenía alguna alegría, la compartía con mi viejo, más allá de mi hermano, mi cuñada o mi sobrino. Pero el refugio de una persona siempre es la casa del padre. Y en el momento que salieron los doctores y nos dijeron a mi hermano y a mí que había fallecido papá, fue un palazo en la cabeza. Nos abrazamos con mi hermano, lloramos juntos y le dije: “Me quedé solo”. Y sí, estás solo, te quedás huérfano. Y después de haber vivido el duelo, esa ausencia que no termina de desaparecer nunca, te acostumbrás a la ausencia, y en esos años empecé a tener la idea de tener un hijo.
-¿Por qué no lo hiciste antes?
-La locura, el tiempo y el trabajo lo fueron aplacando. Y hace un año y medio me volvió a nacer la necesidad. Sobre todo porque ayudo a mi mejor amigo, que es director de una fundación de chicos huérfanos. Hablando con él de las necesidades de los chicos, ayudándolos con lo que puedo, me surgió nuevamente la idea. Me gustaría tener una nena.
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–¿Por algo en especial?
–Lo pienso desde el lado de que las nenas son más apegadas a los padres. Me gustaría que sea compinche de mi sobrina y de mi cuñada. Viendo que hay muchos chicos en hogares y fundaciones siempre pensé que la edad podía llegar a ser entre los dos y los cuatro o cinco años. No voy con la idea de un bebé recién nacido. Entiendo que al ser una adopción monoparental, a los bebés recién nacidos la prioridad es dárselos a una pareja. Pienso en esos chicos que no son recién nacidos que están esperando a una persona que les pueda dar un hogar, un lugar de cariño, de amor. Que te miran, que entienden, que saben, que son conscientes.
–¿Por qué la decisión de la adopción monoparental?
–Al no estar en pareja es monoparental. Si algún día conozco a una persona y me pongo en pareja y eso pasa antes de que surja la adopción, bienvenido sea. No estoy cerrado a formar una pareja y una familia. La familia sería la criatura. Y si la pareja llega después, se aceptará el combo. Me gustaría adoptar hermanitos. Dos sería lo ideal. Está todo preparado, en manos de un abogado que me lleva todo adelante.
–¿Qué pasaría en tu interior si mañana te informan que hay dos o tres hermanos en condiciones de adoptar?
–Creo que saltaría de felicidad y sabría la responsabilidad que se me viene encima. Mi corazón no dejaría de latir con mucha fuerza. Tendría una alegría que no podría evitar expresarla. Y, al mismo tiempo, la ansiedad de saber que, a partir de ese momento, la vida cambiaría. La prioridad dejaría de ser yo para que sean las criaturas, sean una, dos… En mi familia se palpaba el amor, y en mi cabeza lo que está todo el tiempo es que con amor se pueden suplir un montón de cosas, falencias, más allá de brindarles una buena educación para que tengan un futuro próspero. El proceso de pensamiento lo viví solo. Lo hablé con mi hermano, que me apoya en todo, y con algunos de mis amigos. Soy de contar las cosas que me pasan a medida que van sucediendo. Hay muchos amigos que se sorprendieron, y otros que se la veían venir, que era lo más esperable que podía pasar, viendo cómo fui cambiando en los últimos años. ¡Es imparable la necesidad cuando te surge la idea de tener un hijo!
Dani trabaja en Intrusos desde hace 19 años.
Todo el equipo de Intrusos lo apoya en su idea.
Ambrosino dejó todo en manos de sus abogados y espera.