MasterChef ingresó en la recta final, en los últimos metros previos a la gran definición, que coronará al ganador de la segunda temporada. Solo quedan cinco sobrevivientes en busca del título y la complejidad aumenta, lo que se traduce en mucha tensión.
El lunes se presentó un desafío muy difícil, con la elección de la producción de lanzar a los cinco semifinalistas a la arena a realizar sushi, ese plato japonés característico, que engloba secretos milenarios y que se erige en una preparación compleja.
Dentro de todo ese contexto, Donato de Santis sorprendió a todos, porque se lanzó a bramar, gritar, gesticular y hablar en japonés, nada más y nada menos. El avezado cocinero hizo gala de su enorme recorrido internacional y demostró su conocimiento en ese idioma.
Mientras el italiano llevaba adelante su acting, en el que se estima que intentaba detallar los componentes para una exitosa elaboración se produjo un clima de asombro, risas por doquier y desconcierto. Así, Germán Martitegui indagó: “¿Está hablando en serio?”.
Por su parte, Sol Pérez ironizó con el episodio: “Yo creo que la situación a Donato le está afectando”. Al unísono su compañero Damián Betular agregó: “Hay que internarlo”.
El histrionismo forma parte de las herramientas de Donato, algo que detectó a la perfección Cande Vetrano que razonó: “Hay que ponerle un escenario urgente, chicos haganle una película”.
Una vez culminado su acting, de Santis aclaró: “Hice un poco de cocoliche, pero era para ponerlos en clima. Lo que voy a decir es que el sushi tiene un sabor armonioso y delicioso”. Lo que quedó claro es que los participantes apoyaron a Donato y lo aclamaron al grito de “¡bravo!”.
No solo domina el italiano natal, también el castellano, mucho del inglés por su trabajo en la casa de Versace y evidentemente tenía guardado sus conocimientos en japonés.
