El encierro forzado, y voluntario, de ese reality tan famoso provoca cientos de circunstancias de las dinámicas sociales, como el brote de pasiones irrefrenables. Como en el caso de La Tora y Nacho, que se prodigan intimidad y caricias en Gran Hermano.
La rubia y el joven nacido en España experimentaron dos etapas muy marcadas de su lazo romántico, con una primera temporada más marcada por una conexión y otra más tajante con el regreso de Lucila tras su eliminación. Desde esa vuelta, los tortolitos se exhiben más cariñosos que nunca.
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En las últimas horas, Nacho y La Tora transitan por la angustia, por la incertidumbre, el miedo a separarse, dado que la de Berazategui deberá confrontarse a la compleja situación de dirimir su salida con esa placa pesada, en la que se hallan dos personajes muy fuertes como Romina y Alfa.
Unos minutos antes que la joven se moviera al salón especial, para compartir la cena de los nominados con la ex diputada y el más longevo de la casa, disfrutó de un instante de soledad y complicidad con Nacho, en la comodidad de una cama de la habitación.
Ahí, tumbados, abrazados, con una química desbordante que brota por los aires, la rubia y Nacho se prodigaron muchas caricias y palabras amorosas y sensuales. De hecho, el joven la miró con mucha atención y motorizado en las emociones le exclamó: “¡Qué lindo este coso verde!”.
Tras escuchar a su pareja, Lucila no pudo contenerse con todas las vibraciones que latían en sus fibras íntimas, y se fundió en cuerpo a cuerpo con el joven. Ahí, no ocultó sus deseos más mundanos y exteriorizó: “No voy un caraj… a la cena de los nominados. ¡Me quedo con Nacho, producción!”. Para luego entrelazarse en besos muy pasionales y de alta temperatura.
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