Cuarta generación de familia circense desde que el Bicho Gómez irrumpió en escena con La banda de la risa, suele deslumbrar con su histrionismo. Su humor e indudable carisma cautiva a todos desde argentinos hasta el mismo príncipe Felipe de Edimburgo.
Lejos de ese Payaso Mala Onda que popularizó su figura en las mañanas de Canal 13, en Las noches de Jey, el Bicho Gómez se mostró simpático y divertido. Arrancó con una anécdota con María Martha Serra Lima. Y siguió con nuestro tema en cuestión: el día que enamoró a la corona británica.
Esa anécdota no ocurrió en Mar del Plata sino en Edimburgo y el espectador fue el marido de la reina Isabel de Inglaterra: “Fuimos a un festival de teatro en Escocia con La banda de la risa y nos eligieron para hacer el espectáculo principal al que iría el príncipe Felipe”.
Desde la organización les pidieron que llegaran temprano porque por cuestiones de seguridad les revisaban todo lo que usarían en la función. Empezó el show y “el príncipe sentado y en el escenario seis payasitos argentinos. El tipo se ca… de risa y después nos invitan a una recepción en un castillo de Edimburgo. Todo era muy película”.
Esto ocurrió en el año 1992 y “era la primera vez que invitaban a un grupo de argentinos y al embajador argentino después de la Guerra de Malvinas”. En un momento llegó una persona y les anunció que el príncipe había llegado al castillo y que no podían ni saludarlo, ni mirarlo a los ojos, ni hablarlo.
“Él viene, los saluda y se va”, les advirtió. “Le dijimos, bueno ya todos con una copa en la mano. Llega el príncipe nos habla en inglés y un compañero que estaba chupado le dice ‘es very happy the children festival your country”, firmó. Lejos de ofenderse por el inglés inentendible, el príncipe se quedó un buen rato con ellos: “Se ve que estaba fascinado porque alguien le hablaba”.
Sin abandonar el humor recordó su infancia circense. “En el circo se convive con la muerte todo el tiempo. Ahora no tanto porque se ha tomado conciencia”, reflexionó. Narró que más de una vez luego de algún accidente en la función, los payasos debían salir a “tapar el bache” y responder con humor para que el espectáculo siguiera.
Sobre su sobrenombre explicó que “Es muy común que en el circo te pongan un sobrenombre. Tenemos la Chiquita, Titina, el Chinche y a mí me tocó Bicho”.
Como otras veces admitió que como su papá era el entrenador de los animales su papá solía traer a la casa rodante que vivían a una mona: “Se sentaba a comer con nosotros. Era una más. Mi papá le había enseñado que me tenía que cuidar. Entonces de repente yo andaba jugando por ahí y mi papá le decía 'andá a buscarlo al Bicho' y venía la mona, me agarraba y me llevaba".
De esa infancia entre animales recordó que “En verano nos bañamos en la pileta del hipopótamo”, cuenta con total naturalidad como quien dice “me iba al club”. La jaula del animal tiene dos partes, mitad terreno y mitad pileta. Cuando el hipopótamo salía del agua, uno se quedaba de campana y los demás aprovechaban para darse un chapuzón. Cuando escuchaban “ahí viene el hipopótamo salíamos todos rajando.”