Una historia compleja, repleta de situaciones extrañas y enrarecidas, que se centra en la búsqueda de la identidad, ese derecho universal tan valioso, que toda la humanidad debe cuidar como un tesoro. Esta trama la protagoniza Palito Ortega, tras el reclamo público de Rosa Ortega.
Esta valiente mujer figura en el plano legal como su sobrina, debido a que en los registros luce como hija de su hermano Juan. Motorizada por el deseo profundo de acceder a la verdad, continúa peleando por dilucidar su origen y volvió a exigirle al famoso que acepte un examen de filiación.
Rosa volvió a visitar el piso de A la tarde, el ciclo que conduce Karina Mazzoco, ese espacio en el que se le abrieron las puertas para poder presentar su caso, para brindarle el micrófono para que narrara su triste experiencia de vida y que se convirtió en el terreno de exposición de los diferentes avances en el reclamo.
Con una tremenda fuerza, la mujer ratificó todos los dichos y enfatizó que jamás se produjo la mentada prueba de ADN que perjuró el cantante que se llevó a cabo en el año 2000 y que habría arrojado como resultado la incompatibilidad de la paternidad de Palito con Rosa.
Tras una sustancial cantidad de minutos al aire, y luego de recorrer un sinfín de aristas de los acontecimientos, se vivió un momento tenso al aire. Evangelina Salazar, la esposa del músico, decidió comunicarse con el ciclo para confrontar a Rosa y desmentirla.
Fue Luis Ventura quien se encargó de leer lo que solicitó la mujer de Palito: “Hay una comunicación de Evangelina, que me escribió a través de Ana Rosenfeld y dice ‘me llamó Evangelina y sostiene que solo un día estuvo en su casa, que ella estaba con los papás y dos primos, nunca fueron meses como dice’”.
Al escuchar ese cruce de Salazar, Rosa no se quedó callada y aportó su visión: “Palito llegaba en la noche a visitarla a ella porque eran novios, y yo estaba ahí. No fue un día, eh. No, no. Si yo dormía ahí, cómo va a ser un día”.